La crisis eléctrica en Matanzas alcanzó niveles críticos esta semana, según denuncias de vecinos que reportan recibir apenas una o dos horas de electricidad en un periodo de 24 a 30 horas. La situación afecta especialmente al centro urbano, donde se concentran bancos, comercios, policlínicos y servicios esenciales.
Uno de los testimonios más destacados fue el de Adrián Socorro Suárez, quien relató en Facebook que la ciudad ha vivido prácticamente un mes con cortes prolongados y rotaciones de luz insuficientes. “Ellos en un extremo, nosotros desde la oscuridad y el calor”, escribió, reflejando la desconexión entre las autoridades y la población.
Los apagones provocan consecuencias severas: alimentos que se echan a perder, hospitales que no pueden operar con normalidad, familias sometidas a estrés constante y niños sin condiciones para estudiar. Según Socorro, estas interrupciones no son simples cortes programados, sino un verdadero “sometimiento” que limita la vida cotidiana.
Aunque el gobierno atribuye la situación a la falta de combustible y al envejecimiento de las termoeléctricas, el problema se repite en otras provincias como Ciego de Ávila, Camagüey y Holguín, donde los cortes superan las 22 horas diarias. Hogares y negocios permanecen paralizados, mientras los servicios básicos sufren interrupciones continuas.
Ni la Unión Eléctrica ni los funcionarios del gobierno han presentado un plan sólido para enfrentar la crisis, dejando a la población en una situación de incertidumbre y agotamiento. Las denuncias reflejan no solo la indignación de Matanzas, sino la preocupación generalizada por el colapso del sistema eléctrico en toda Cuba.
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