Mientras en La Habana se celebra el Festival de Cine, miles de cubanos han manifestado su indignación en redes sociales, denunciando lo que califican como un descaro del régimen. Con apagones de más de 12 horas continuas afectando a millones de hogares, usuarios han cuestionado duramente el gasto de recursos en festivales y eventos en un contexto de oscuridad, hambre y falta de agua.

La ira popular no se detiene en el cine. Los cubanos también exigen suspender los bailables organizados cada fin de semana en la plazoleta de La Piragua y cualquier otra actividad política del gobierno. “Mientras nosotros estamos sin luz, sin gas y sin medicamentos, ellos organizan fiestas y festivales”, escribió un joven habanero en X (antes Twitter), reflejando el sentir generalizado.

En Facebook, grupos de ciudadanos han comenzado a convocar acciones en línea, compartiendo memes, videos y denuncias sobre la profunda desconexión entre las prioridades del régimen y la realidad que vive la gente. La mayoría coincide en que estas muestras de “cultura y entretenimiento oficial” son una burla para quienes sobreviven a apagones interminables y a un colapso multisectorial.

Para muchos cubanos, la única respuesta visible es salir a las calles masivamente cada vez que los apagones se prolonguen, transformando la protesta espontánea en un grito colectivo. Los usuarios insisten en que el reclamo no es solo por luz, sino por dignidad y justicia, señalando que el despilfarro de recursos en eventos mientras se mantiene al pueblo en la oscuridad es una provocación intolerable.

El clamor en redes refleja la desesperación de millones: el pueblo está harto de las promesas vacías, de los bailables mientras no hay comida ni electricidad, y de un régimen que parece ajeno al sufrimiento cotidiano. Cada hora sin corriente se convierte en un recordatorio de la desconexión total entre quienes gobiernan y quienes sobreviven.

Si la situación crítica continúa, advierten los ciudadanos, las redes sociales se transformarán en un punto de partida para movilizaciones físicas, y los cubanos no dudarán en trasladar la protesta de la virtualidad a las calles, exigiendo de frente el fin de la opulencia oficial mientras la mayoría lucha por subsistir en la oscuridad.

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