La crisis sanitaria que enfrenta Cuba por la expansión acelerada de la chikunguña y el dengue vuelve a exponer, una vez más, el impacto devastador del deterioro económico sobre la salud pública. Mario Cruz, representante de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en la isla, advirtió en declaraciones a EFE que la falta de recursos está limitando gravemente la capacidad del país para enfrentar lo que ya se considera una “doble epidemia”.
Según cifras oficiales, Cuba ha registrado más de 42.000 casos de chikunguña y alrededor de 26.000 de dengue, además de 44 fallecidos, la mayoría menores de edad. Para Cruz, “la epidemia está en franco desarrollo” y su control requiere acciones prolongadas e intensivas, tanto para frenar la proliferación del mosquito Aedes aegypti como para garantizar el tratamiento y la hospitalización de los pacientes más afectados.
La OPS reconoce que Cuba mantiene capacidades técnicas y humanas para responder, pero no los medios materiales. La escasez, señala Cruz, no tiene que ver con falta de voluntad política o desconocimiento, sino con un colapso estructural: químicos para fumigación, combustibles, equipos, personal suficiente y medicamentos escasean en un sistema sanitario que, aunque alguna vez fue referente, hoy se encuentra exhausto.
El representante de la OPS subraya que el desafío es la “escala” de recursos que necesita una respuesta sostenible: desde el manejo integrado de vectores hasta los insumos hospitalarios. Epidemias como esta, agrega, suelen sobrepasar las capacidades de los países, por lo que la cooperación internacional se vuelve imprescindible.
Sin embargo, ese apoyo no llega. Aunque Cuba entregó a la OPS una lista detallada de insumos y medicamentos necesarios, solo se han podido activar tres proyectos de ayuda, valorados en 950.000 dólares y aún en negociación. Cruz lamenta que la respuesta haya sido insuficiente pese a que la solicitud está hecha desde hace meses. Varias emergencias globales simultáneas y una disminución general de la ayuda internacional parecen haber limitado la reacción.
Mientras tanto, en la isla la situación se agrava. La declaración de “epidemia” recién llegó cinco meses después de los primeros casos, un retraso que complica la coordinación de apoyos y la percepción pública del riesgo. Pero el problema mayor, advierte la OPS, no desaparecerá pronto. Aunque los casos pudieran descender en las próximas semanas, existe un alto riesgo de un nuevo brote el próximo año si no se intensifican las acciones de vigilancia epidemiológica y control vectorial.
En un país donde los recursos básicos escasean, donde las farmacias permanecen vacías y los hospitales carecen incluso de los insumos más elementales, enfrentar una epidemia de esta magnitud es una tarea monumental. La crisis económica se ha convertido en un factor tan peligroso como el propio mosquito: limita la prevención, retrasa la respuesta y deja a la población en una situación de alta vulnerabilidad.
Fuente: EFE
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