Foto tomada de Cubacute
Hay historias que duelen no solo por lo que cuentan, sino por lo que revelan. La de Arles Serrano Morales, un anciano cubano con cáncer de piel que no puede operarse ni medicarse, es una de esas. Su caso se hizo viral a través de un video del Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH), que muestra no solo la enfermedad, sino también la precariedad absoluta que rodea su vida: cero medicinas, cero recursos y un Estado ausente.
Arles padece un carcinoma epidérmico que en otro contexto sería tratable. Sin embargo, en Cuba, donde la salud ya no es gratuita ni universal sino un lujo que depende del bolsillo, la historia es muy distinta. Para operarlo, su familia debe adquirir todos los insumos médicos por su cuenta. Y cuando se habla de insumos, se trata de absolutamente todo: desde suturas hasta medicamentos postoperatorios. En un país donde conseguir una aspirina es complicado, la situación se vuelve insostenible.
En el video, la mujer que lo acompaña explica con crudeza que la operación es imposible porque deben aportar “todos los utensilios”, cuyo costo es exorbitante. Mientras tanto, Arles no recibe ningún medicamento: ni calmantes, ni pastillas para dormir. Nada. Su vivienda también refleja el abandono: paredes podridas, cocina improvisada al aire libre y un entorno que aumenta su vulnerabilidad.
El OCDH advierte que este no es un caso aislado. Señala que el 89% de los cubanos vive en pobreza y que apenas el 3% logra acceder a medicamentos en farmacias. Para un anciano enfermo y pobre, cualquier enfermedad se convierte en una sentencia.
La organización responsabiliza directamente al Gobierno por no garantizar salud, vivienda ni protección mínima, y denuncia que la falta de insumos, los costos inalcanzables de los tratamientos y el deterioro de las viviendas ponen en riesgo la vida de millones. Mientras tanto, las autoridades se enfocan en perseguir redes de venta ilegal de medicamentos, sin atender la raíz del problema: la escasez crónica en farmacias estatales, que permanecen vacías durante años.
Incluso el propio ministro de Salud Pública, José Ángel Portal Miranda, reconoció que el sistema sanitario atraviesa una crisis estructural sin precedentes: solo el 30% del cuadro básico de medicamentos está disponible, mientras que el 70% de las medicinas esenciales simplemente no existen.
El impacto es aún mayor sobre los ancianos, que enfrentan una vejez sin recursos y un Estado que no los acompaña. El reciente aumento de las pensiones mínimas, ahora de 4,000 CUP, equivale a unos 9 dólares, una cifra insuficiente para sobrevivir siquiera una semana.
La realidad es cruda: personas como Arles, que trabajaron toda su vida, terminan enfermas, abandonadas y sin acceso a lo más básico. Mientras tanto, el discurso oficial insiste en que en Cuba “nadie queda desamparado”, una afirmación que choca frontalmente con historias como la de este anciano.
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