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Aguas albañales en el Hospital de Güines, la “potencia médica” se ahoga en su propia miseria

Redacción de CubitaNOW ~ lunes 3 de noviembre de 2025

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En el Hospital de Güines, provincia de Mayabeque, las imágenes son desgarradoras: pasillos inundados con aguas albañales, olor a descomposición, pacientes expuestos a infecciones y personal médico que trabaja entre el abandono y la desesperanza. Lo que debería ser un centro para sanar se ha convertido en un foco de enfermedades.

La situación no es un hecho aislado. Refleja el colapso total del sistema de salud cubano, un sistema que el régimen insiste en llamar “potencia médica” mientras miles de personas carecen de medicamentos, insumos y condiciones mínimas de higiene. Las filtraciones, los mosquitos y los desechos biológicos conviven con enfermos que ya de por sí enfrentan dolencias graves. No hay equipos, no hay limpieza, no hay respuesta institucional.

El personal médico, agotado y sin recursos, continúa trabajando por vocación y humanidad, pero sin respaldo ni protección. La migración masiva de profesionales de la salud agrava la crisis: cada día son menos los que pueden atender a una población que sigue creciendo en medio del deterioro.

Las imágenes del hospital de Güines se han viralizado en redes sociales, provocando indignación y tristeza. No se trata solo de un problema sanitario, sino de una muestra más del abandono estatal que vive Cuba. Las excusas oficiales no bastan cuando los enfermos deben dormir en camas oxidadas, caminar entre aguas de fosa o esperar horas por una jeringuilla.

Este no es un caso aislado. Desde Pinar del Río hasta Guantánamo, los hospitales cubanos se caen a pedazos mientras los altos funcionarios se atienden en clínicas exclusivas. La salud pública, orgullo de antaño, hoy se hunde bajo la corrupción y el olvido.

Cuba no necesita discursos triunfalistas, necesita soluciones reales. Los cubanos merecen hospitales limpios, medicamentos disponibles y un sistema que los respete. No hay justificación posible para tanta negligencia. Callar ante esto es ser cómplice del dolor de un pueblo que solo pide lo básico: poder vivir y sanar con dignidad.

Del perfil de La Tijera



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