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Apagones, basura y sin agua: la rutina que agobia al centro habanero

Redacción de CubitaNOW ~ miércoles 17 de septiembre de 2025

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En el corazón de La Habana, la vida diaria se ha convertido en una lucha constante contra problemas que parecen no tener fin. Los apagones prolongados, la ausencia de agua corriente y la acumulación de basura marcan el día a día de miles de familias en barrios como Centro Habana y La Habana Vieja.

Zoila, una madre de 44 años, lo resume con desesperación: “Llevamos 23 días exactos sin agua. No podemos más”. Vive rodeada de montones de desechos que desprenden un hedor insoportable y, como muchos de sus vecinos, se siente atrapada en un ciclo de carencias. No puede costear una pipa de agua, cuyo precio ronda los 30.000 pesos cubanos (unos 250 dólares), una cifra inalcanzable para la mayoría de los residentes. A ello se suma la falta de electricidad, que impide el bombeo de agua y la obliga a pasar las noches sin dormir, usando un trozo de cartón como abanico para mitigar el calor y los mosquitos.

La misma frustración comparte Adolfo, un jubilado que sobrevive con una pensión equivalente a 12 dólares mensuales y que se ayuda con trabajos esporádicos como plomero. Muestra orgulloso sus cubetas de agua, conseguidas gracias a la solidaridad de un vecino, y cuenta que debe cargarlas hasta el cuarto piso de su edificio, una construcción de los años 50 que amenaza con venirse abajo. “Aquí el agua llega cada siete u ocho días, cuando llega”, explica resignado.

Según cifras oficiales, alrededor de 248.000 habaneros —más del 10 % de la población de la capital— no tienen acceso estable al agua corriente. A nivel nacional, la situación es similar en una isla de 9,7 millones de habitantes. Los apagones, que en La Habana duran unas diez horas diarias y en otras provincias superan las veinte, empeoran aún más la situación: sin electricidad, los sistemas de bombeo quedan paralizados y, cuando la corriente regresa, los equipos suelen tardar horas en reactivarse o se dañan por los cambios de voltaje.

La recogida de basura es otro de los grandes problemas. Muchos camiones recolectores están fuera de servicio por averías o falta de combustible, lo que genera montañas de desechos en las esquinas y aumenta el riesgo de focos infecciosos, algo reconocido incluso por el propio Ministerio de Salud Pública.

La precariedad también se refleja en las viviendas. De las más de 3,9 millones que existen en Cuba, el 37 % se encuentra en estado regular o malo. En barrios céntricos como Centro Habana, los edificios, muchos levantados hace más de medio siglo, sufren filtraciones, grietas y derrumbes tras cada temporada de lluvias. Estos desplomes, cada vez más frecuentes, han cobrado vidas en los últimos años.

La situación actual es consecuencia de una crisis prolongada. Desde hace más de cinco años, la economía cubana ha caído un 11 % en su producto interno bruto, lo que ha reducido drásticamente el poder adquisitivo de la población. A ello se suman la falta de combustible, las dificultades para importar alimentos y medicinas, y el deterioro de los servicios públicos.

El resultado es un escenario donde las necesidades básicas —agua, electricidad, higiene y vivienda— se convierten en lujos. Ante ello, algunos vecinos han protagonizado pequeñas protestas en lugares como Centro Habana, La Habana Vieja o San Miguel del Padrón, reclamando soluciones inmediatas.

Pese a la magnitud de los problemas, muchos habitantes temen expresar públicamente su malestar. La mayoría, como Zoila o Adolfo, pide no revelar su apellido para evitar represalias. Mientras tanto, intentan sobrevivir a una rutina marcada por la incertidumbre y la falta de respuestas.

“Esto no es vida”, concluye Zoila, reflejando el sentir de una ciudad atrapada en una crisis que parece no tener fin.

(Con información de EFE)



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