El ultramarino poblado de Caracoles, en el litoral de Santiago de Cuba, enfrenta simultáneamente dos problemas que mantienen a sus habitantes en un clima de tensión diaria: los prolongados apagones que superan jornadas completas y la falta de claridad en la distribución de colchones donados tras el paso del huracán Melissa.

Ambos asuntos, aunque distintos, han terminado conectándose en la vida de los vecinos, que sienten que la carencia de información se repite en cada aspecto que afecta al territorio.

Tras los daños ocasionados por el huracán, varias familias esperaban recibir colchones enviados como donativo para los damnificados. Sin embargo, numerosos residentes aseguran haber quedado fuera de la lista de beneficiarios sin ninguna explicación oficial. Según denuncias de los propios vecinos, personas que no presentaban afectaciones relevantes en sus viviendas habrían sido priorizadas, mientras que hogares con pérdidas reales —desde camas destruidas hasta techos dañados— no recibieron ninguna ayuda.

La situación generó preguntas que aún no han encontrado respuesta: quién elaboró el listado, cuáles fueron los criterios utilizados y dónde está el registro de damnificados.

Paralelamente al malestar por la distribución, también surgió inconformidad debido a que en el mismo poblado se pusieron a la venta colchones a precios superiores a los 1 400 pesos, una cifra imposible para familias que perdieron gran parte de sus bienes. Para muchos, esta diferencia entre los colchones donados y los colchones comercializados ha acentuado la sensación de desigualdad.

A este escenario se suma un problema que afecta a todo el poblado sin distinción: los apagones extendidos. Caracoles enfrenta interrupciones eléctricas de larga duración, que se han prolongado durante días y que afectan tanto el descanso de los residentes como la conservación de alimentos, la comunicación y la rutina diaria.

Estas interrupciones han sido objeto de numerosas quejas, especialmente porque, según los vecinos, no existe un parte oficial que informe qué provocó la avería, cuánto demorará la reparación o cuál es la prioridad asignada al territorio.

En medio de la oscuridad constante, la preocupación por los colchones se ha convertido en otro motivo de tensión. Varias familias aseguran que, además de no recibir el recurso que necesitaban para dormir dignamente, tampoco cuentan con electricidad estable para enfrentar las noches. La coincidencia de ambos problemas ha reforzado entre los habitantes la sensación de estar desprotegidos y sin información clara sobre los procesos que determinan la atención a sus necesidades.

Mientras continúan los reclamos, el poblado de Caracoles sigue a la espera de respuestas sobre el reparto de colchones y de una solución estable al prolongado apagón que afecta a toda la comunidad.

Del perfil de Yosmany Mayeta

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