La dinámica laboral en los centros nocturnos de Tapachula ha cambiado notablemente en los últimos años, y diciembre vuelve a mostrar la magnitud del fenómeno. Según la Asociación de Establecimientos de Entretenimiento de Tapachula (ASEET), la mayoría del personal que trabaja en bares, cantinas y botaneros proviene ahora de Cuba, desplazando a otras nacionalidades que tradicionalmente ocupaban esos empleos.

Antonio Armas, presidente de la ASEET, explicó que hasta hace unos años la presencia laboral era muy distinta: predominaban guatemaltecos, salvadoreños y hondureños, quienes regresaban a sus países para pasar Navidad y Año Nuevo. Esa movilidad provocaba que cada diciembre los negocios se quedaran con la mitad de su personal, obligándolos a contratar trabajadores mexicanos para cubrir la temporada.

Sin embargo, la situación cambió con el nuevo flujo migratorio que ha llegado a la frontera sur. Muchos centroamericanos regularizaron su estatus, se establecieron en México o migraron hacia el norte del país en busca de mejores oportunidades. Paralelamente, aumentó significativamente la llegada de cubanos, quienes hoy representan, según Armas, el 80% de los trabajadores extranjeros del sector nocturno.

Actualmente, el personal se divide prácticamente a partes iguales entre mexicanos y extranjeros. Pero entre estos últimos, Cuba se ha convertido en la nacionalidad predominante. Uno de los factores que explica esta presencia es que los trabajadores cubanos, a diferencia de otros grupos migrantes, no pueden regresar a su país durante diciembre, lo que evita la fuerte rotación que solía complicar la operación de los negocios.

“Ellos pasan estas fechas aquí, no tienen posibilidad de volver a Cuba, y eso mantiene estables las plantillas en Navidad y Año Nuevo”, señaló Armas. Mientras tanto, los trabajadores guatemaltecos se han reducido considerablemente, debido a que su moneda y condiciones económicas les permiten mejores ingresos dentro de su propio país, lo que desalienta el desplazamiento hacia México para empleos que pagan en pesos.

Este cambio silencioso en la composición laboral se ha convertido en un termómetro social para Tapachula, una ciudad que concentra el mayor número de migrantes en movilidad del país. La transformación del mercado laboral nocturno no solo refleja las nuevas rutas de la migración caribeña y centroamericana, sino también la creciente necesidad de empleo de los cubanos que, al no poder retornar ni avanzar hacia Estados Unidos, permanecen atrapados en la frontera mexicana.

Diciembre, que tradicionalmente marcaba una temporada de reajustes para los dueños de bares y centros nocturnos, hoy se ha convertido en un mes de estabilidad inesperada. La presencia constante de trabajadores cubanos garantiza continuidad en un sector que antes enfrentaba ausencias masivas durante las fiestas.

Así, la ciudad vive una metamorfosis laboral que evidencia cómo la migración redefine espacios cotidianos. Los centros nocturnos de Tapachula, que solían depender del retorno anual de trabajadores centroamericanos, ahora funcionan de la mano de una comunidad cubana que ha encontrado en el sur de México una parada obligatoria en su incierto camino migratorio.

Fuente: Diario del Sur

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