Una tragedia ocurrida en La Habana vuelve a poner en evidencia el grave deterioro de la infraestructura vial y el abandono que sufren muchas calles del país. Un hombre que circulaba tranquilamente en su bicicleta perdió la vida tras caer en un enorme bache existente en la vía pública, en un hecho que ha generado consternación e indignación.

El fatal accidente tuvo lugar en el Reparto Eléctrico, en el municipio Arroyo Naranjo, cuando la víctima transitaba de manera normal por la calle, sin imaginar que un profundo hueco en el asfalto se convertiría en el final de su vida. No se trató de un hecho imprudente ni de una situación excepcional, sino del riesgo cotidiano que enfrentan peatones y ciclistas debido al estado crítico de las vías.

La víctima fue identificada como Enrique Santana Molina, de 59 años de edad, padre de familia y vecino del barrio de Santo Suárez. Según la información publicada por el perfil de Facebook Irma Broek, el impacto de la caída fue tan severo que el fallecimiento ocurrió prácticamente en el acto.

A la tragedia humana se sumó un hecho profundamente doloroso y cuestionable: de acuerdo con el testimonio de un familiar, el cuerpo de Enrique Santana Molina permaneció en el lugar del accidente desde aproximadamente las 2:00 de la tarde hasta las 8:00 de la noche, sin que se produjera un levantamiento inmediato.

Esta prolongada espera incrementó el sufrimiento de los familiares y vecinos, quienes presenciaron durante horas una escena que jamás debió ocurrir.

Enrique deja atrás a tres hijas, familiares y amigos que hoy lloran una pérdida irreparable. Su muerte no solo representa un drama personal, sino también un símbolo del peligro constante al que están expuestos quienes se desplazan por la ciudad, especialmente los más vulnerables, como ciclistas y peatones.

Este hecho vuelve a encender el debate sobre la falta de mantenimiento de las calles, la ausencia de señalización adecuada y la demora en la respuesta institucional ante emergencias. Muchos ciudadanos consideran que se trata de una muerte evitable, consecuencia directa del abandono prolongado de la infraestructura urbana.

Mientras la familia enfrenta el dolor de la pérdida, la tragedia de Enrique Santana Molina deja una pregunta abierta y urgente: ¿cuántas vidas más deben perderse antes de que se atienda seriamente el estado de las calles?

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