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Cierra sin aviso el hospital ginecobstétrico La Fátima en Guanabacoa

Redacción de CubitaNOW ~ martes 18 de noviembre de 2025

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Foto de 14ymedio

“Estamos completamente cerrados”, sentencia una enfermera apostada en la entrada lateral del Hospital Ginecobstétrico La Fátima, en Guanabacoa. Desde mediados de noviembre, cuando las autoridades decidieron clausurarlo sin previo aviso, el centro permanece vacío. Solo enfermeros y custodios hacen turnos para proteger lo poco que queda dentro: equipos viejos, áreas en ruina y un edificio que ha sido víctima del abandono institucional durante años.

Para el este de La Habana —Guanabacoa, Regla, Habana del Este y Cotorro— La Fátima era el único hospital ginecobstétrico disponible.

Hoy ya no existe.

La explicación oficial, repetida con desgano por algunos funcionarios, es una supuesta “reorganización de los servicios hospitalarios”. Sin embargo, tanto el personal como las pacientes coinciden en que se trata de un cierre definitivo, muy similar al de la maternidad de Línea (América Arias), clausurada en septiembre y ahora reducida a funciones mínimas.

Una doctora retirada, que trabajó una década en La Fátima, lo resume sin rodeos:

“Nos dicen que es una reorganización, pero vamos: es un cierre de toda la vida. Ya no les da la cuenta mantenerlo”.

La médica recuerda incluso que en 1984 Fidel Castro insistió en construir un hospital para la zona este de la capital. “Y ahora mira el invento”, lamenta. “Aquí los de abajo tienen más conocimiento que los troncos de yuca que mandan”.

Las quejas sobre el deterioro del centro venían acumulándose. Las pacientes llegaban a parir sin agua, sin higiene y sin condiciones mínimas. Yolanda, que dio a luz allí hace un año, lo recuerda con crudeza:“Mi esposo tuvo que cargar cubos desde la casa. No había agua ni para bañarme”.

Las paredes sin pintar, la falta de mantenimiento y la escasez de insumos eran parte del día a día. Aun así, para miles de mujeres, tener un hospital cerca, aunque estuviera en malas condiciones, era mejor que no tener ninguno.

Con La Fátima clausurado, las pacientes deben desplazarse hacia hospitales del centro de la ciudad: Luyanó, El Vedado, Línea… todos saturados, desbordados por la crisis sanitaria que atraviesa la isla.

Lorena, vecina de la zona, lo expresa con angustia: “Tengo quistes en los senos y debía revisarme cada año. Ahora no sé dónde me van a atender. No es lo mismo moverme aquí en mi municipio que tener que cruzar media Habana para ver si con suerte me dan un turno”.

La incertidumbre es total. Nadie sabe si el hospital mantendrá algún servicio básico. En ventanillas solo repiten una frase seca: “El local está cerrado”.

La clausura de La Fátima no es un hecho aislado. La crisis del sector Salud es profunda y acumulativa:

salarios miserables que expulsan al personal calificado,

falta de insumos para la atención básica,

centros médicos cerrados o funcionando parcialmente,

epidemia de arbovirosis que ha enfermado a una tercera parte del país,

hospitales improvisados para niños por falta de capacidad real.

La pandemia de COVID-19 ya había dejado al descubierto la fragilidad del sistema, pero desde entonces todo ha empeorado.

La Fátima no era solo un centro para embarazadas: allí se hacían citologías, ultrasonidos, análisis, exudados y controles rutinarios vitales para la salud femenina.

Hoy esas mujeres se quedan sin nada. El gobierno no ha ofrecido una explicación clara ni un plan alternativo. El personal ha sido “reubicado”, muchas veces a lugares inaccesibles y sin transporte. Y el edificio —que alguna vez fue un hospital lleno de vida— permanece ahora cerrado, vacío y custodiado, símbolo perfecto del derrumbe del sistema sanitario cubano.

La clausura de La Fátima no solo deja a miles de mujeres sin atención.

Deja claro que, en Cuba, el colapso de la salud pública ya no es una advertencia: es un hecho.


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