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Cubano busca comida en la basura; otro ejemplo de la Cuba actual

Redacción de CubitaNOW ~ sábado 27 de diciembre de 2025

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Lo que ocurre detrás del edificio de 18 plantas en Garzón, en pleno corazón de Santiago de Cuba, no es una excepción ni un episodio aislado que pueda borrarse con silencio oficial o propaganda triunfalista. Es la muestra cruda, directa y dolorosa de un país donde la supervivencia ha dejado de ser un derecho y se ha convertido en una lucha diaria.

Un hombre buscando comida entre la basura no es un símbolo de “indisciplina social”, como repiten los discursos de arriba. Es el rostro del hambre. Y el hambre no se inventa, no se finge, no se exagera: se sufre.

Lo que se vio allí podría haberse grabado en cualquier barrio del país, porque el hambre hoy recorre todas las provincias con la misma intensidad. Salarios que no equivalen ni al costo de un litro de aceite, jubilaciones que desaparecen en dos días, mercados desabastecidos y precios que hablan de una realidad que solo beneficia a quienes no viven como el cubano de a pie.

Esa escena de un hombre removiendo desechos tiene una carga simbólica enorme: representa a una nación que se acostumbró a resolver, a inventar, a sobrevivir como si ese fuera el destino natural de sus ciudadanos.

Mientras los que gobiernan hablan de “resistencia” y “sacrificio”, la realidad en la calle deja otra lectura: el pueblo está resistiendo, sí, pero resistiendo al hambre, a la miseria, a la indiferencia, y a un sistema que hace mucho dejó de ofrecer respuestas. No se trata de vagancia ni de irresponsabilidad, porque el hambre no distingue entre trabajadores, jubilados o desempleados: golpea parejo, sin mirar biografías, sin preguntar ideologías.

Detrás del 18 plantas de Garzón no solo había un hombre buscando qué comer. Había una verdad que incomoda, una realidad que el poder no quiere mostrar y que muchos prefieren no ver para no sentir vergüenza, rabia o impotencia. Pero no mirar no hace desaparecer el problema. Lo agrava.

Lo más peligroso no es que estas escenas se vuelvan comunes. Lo verdaderamente devastador es que dejen de doler. Que se normalice la idea de que un cubano tenga que hurgar en un basurero para llenar el estómago. El día que eso deje de estremecernos como país, no será solo la comida lo que falte. Faltará compasión, faltará dignidad y faltará alma.

Por eso este tipo de imágenes deben compartirse, denunciarse y repetirse hasta que incomoden lo suficiente como para obligar a mirar hacia abajo. Porque un país que no defiende a sus hambrientos es un país que ya empezó a romperse por dentro.

Del perfil de Yosmany Mayeta


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