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¡Díaz Canel singa...! Un mural, mil voces; el grito silente de Manicaragua

Redacción de CubitaNOW ~ lunes 15 de septiembre de 2025

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En horas de la madrugada, mientras Manicaragua apenas despertaba, un mural apareció en el lateral de la escuela "Silvio Fleites". No fue una pintada cualquiera: las letras, bien delineadas y con ortografía impecable, reflejaban un profundo descontento popular. No tardó en llegar la policía. El arte urbano fue presenciado por agentes que, entre tensos y sorprendidos, custodiaban el mensaje con la solemnidad que inspira lo prohibido.

La fachada fue repintada ese mismo día. Pero la pintura fresca no logró borrar el eco que resonó en redes y en las calles. Para Héctor Tol Etón, voz crítica en plataformas digitales, “es un acto desesperado de libertad en un país donde pensar distinto te condena”.

En su publicación, agregó: “Querido diario, hoy comienzo a escribirte porque sé que mis días están contados al igual que estas hojas”. Una frase que no solo revela su sentimiento de urgencia, sino también la fragilidad con la que vive la disidencia.

Las reacciones no se hicieron esperar. Algunos como Mehmet León celebraron la acción con un enérgico: “¡Patria y Vida! Cuba libre, Díaz-Canel singa…”, mientras otros como Niurka Martínez se preguntaban: “¿Por qué no se ocupan de los que roban y matan? Al menos la gente se desahoga con carteles”. Para muchos, el mural fue más que una protesta: fue arte, catarsis y testimonio. “Puro arte" escribió Diany De Armas Rodríguez.

Pero también hubo críticas. Maikel Fotingo lanzó su rechazo: “Pónganse a trabajar, cojone. Si están contra la revolución, tírense pa’ la calle, no vandalicen la escuela de los niños”. La polarización es evidente.

En este cruce de voces, Odalis León lamenta: “Manicaragua sin corriente y Santa Clara toda alumbrada. Qué descaro. Aquí los que deben dar el pecho al pueblo, se esconden”. Mientras tanto, Yanet Delgado Salinas, con nostalgia, recuerda: “Subía por ese muro camino a mi escuela. Fuerza Manicaragua, un pueblo noble y bueno”.

El cartel ya no está. Pero las palabras pintadas, las reacciones encendidas y los silencios cargados lo mantendrán vivo. En un país donde pintar puede ser delito, un muro se convirtió en megáfono.


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