Las redes sociales de la farándula cubana no descansan, y esta vez el epicentro del drama no ha sido el escenario ni un estudio de grabación, sino el mundo del fitness. El entrenador cubano Yasmany Amed Rodríguez García, conocido como Yas, lanzó una poderosa crítica en sus redes que ha desatado una ola de comentarios y reacciones.

Desde sus vacaciones —con “la mente tranquila y el corazón en paz”— Yas decidió romper el silencio sobre un tema que lo venía molestando desde hace tiempo: la falta de ética en el entorno de los entrenadores personales y la apropiación de ideas sin reconocimiento alguno.

El detonante fue un evento organizado por los influencers Carnota y Laura Lezcano, junto a otros entrenadores. Aunque en apariencia se trataba de un encuentro inofensivo de ejercicio y proteína, la publicación de Yas cambió el tono por completo.

Con palabras medidas pero firmes, recordó cómo un instructor al que dio oportunidades empezó a captar clientes suyos a espaldas. Pero el plato fuerte fue una acusación velada —pero evidente— contra Carnota, a quien entrenó personalmente y transformó física y mentalmente.

“Le cambié la cabeza, la forma de verse, de vivir, de pensar. Le entregué tiempo, energía, experiencia y corazón”, escribió Yas, junto a fotos del “antes y después” del influencer, sin mencionarlo directamente.

Según el entrenador, esa misma persona estaría replicando sus métodos, copiando sus conceptos e incluso escribiendo directamente a sus clientes, algo que él considera una falta total de respeto y profesionalismo.

La frase final que dejó en su publicación resonó con fuerza:

“La ética no se finge. El impacto real no se roba. Y lo que nace del corazón no tiene competencia.”

Yasmany Amed, que dirige el reconocido Coolto Gym en Miami, es una figura clave en el entrenamiento de celebridades cubanas y, además, es el coach personal de Georgina Rodríguez, pareja de Cristiano Ronaldo. Su trayectoria, disciplina y proyección profesional han hecho de él una voz respetada dentro del circuito fitness, y su mensaje —más allá de la polémica— ha sido interpretado como un llamado a la ética y a la coherencia profesional en un sector donde la visibilidad muchas veces eclipsa los valores.

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