El olvido tras el ciclón: albergados sin leche ni comida mientras el gobierno esconde la verdad(video)
Redacción de CubitaNOW ~ lunes 3 de noviembre de 2025
Tras el paso del huracán Melissa, miles de cubanos han sido evacuados de sus hogares y concentrados en albergues estatales donde la realidad cotidiana es desoladora. Las imágenes compartidas en redes sociales muestran personas hacinadas, con escasa comida e incluso ausencia de básica leche para los niños mayores de cinco años. Según testimonios de quienes están en los centros, «la comida no alcanza y la leche es solo para niños de 1 a 5 años».
A pesar de que el gobierno de la isla movilizó evacuaciones masivas –más de 735 000 personas según medios internacionales–, la respuesta ha sido insuficiente en asegurar condiciones dignas en los refugios. Muchos de los albergados denuncian que los alimentos llegan tarde, son escasos y poco variados; que los centros carecen de recursos básicos como colchones, mantas, utensilios de cocina propios o incluso agua limpia garantizada.
En este contexto de emergencia, la situación se agrava por la ya existente crisis económica, los cortes de suministro eléctrico, la vulnerabilidad en infraestructura y las limitaciones para recibir ayuda externa de forma efectiva. Los albergues fueron concebidos como una medida para proteger vidas frente al huracán, pero ahora mismos se han convertido en espacios de espera prolongada, con promesas de asistencia que tardan o llegan parcialmente.
Lo más preocupante —y lo que alimenta la indignación pública— es la percepción de que la ayuda internacional y los recursos que ingresan no se distribuyen adecuadamente. Decenas de comentarios en redes sociales expresan rabia porque «los millones en efectivo y en ayudas que ha recibido el gobierno, ¿dónde coño están?». Este sentimiento de abandono reduce la confianza de los afectados en el sistema de protección estatal.
Mientras los niños pequeños reciben leche, los mayores de cinco años quedan prácticamente desatendidos; muchos adultos evacuados no tienen acceso a raciones suficientes, a comida caliente o a una estructura que les permita cocinar o preservar lo que reciben. Esto genera vulnerabilidad ante enfermedades, deshidratación y estrés prolongado, en un país donde los mecanismos de asistencia ya estaban tensos antes de la tormenta.
Lo que debía haber sido un refugio seguro se ha convertido para muchos en una nueva forma de precariedad. Las familias que huyeron del riesgo climático ahora enfrentan el riesgo de la negligencia logística, la escasez institucional y la espera indefinida en condiciones indignas. Hasta cuándo soportarán esta espera sin respuestas claras es la pregunta que muchos se hacen.
Fuente: Lara Crofs