Inaugurado en 1986 como un emblema de modernidad en la ciudad de Sancti Spíritus, el conocido edificio de 12 plantas, que alberga 138 apartamentos, hoy se encuentra más cerca de ser un motivo de preocupación que de orgullo.

Lo que en su momento fue símbolo de progreso arquitectónico para la provincia, en la actualidad refleja el deterioro acumulado, la desorganización vecinal y los riesgos crecientes para las familias que allí residen, aseguró el periódico Escambray.

Uno de los problemas más alarmantes está en la infraestructura hidráulica.

La cisterna y los tanques elevados llevan más de un año sin recibir una limpieza, lo que provoca que el agua llegue turbia a las viviendas.

Según la legislación vigente, la higienización de estas instalaciones no es responsabilidad estatal, sino de los propios vecinos.

La falta de acción colectiva compromete seriamente la salud de los residentes, especialmente de los niños y ancianos, los más vulnerables ante el consumo de agua contaminada.

La Dirección Municipal de la Vivienda ha ejecutado acciones puntuales: limpieza de áreas comunes, reparación de luminarias y hasta trabajos de embellecimiento en jardines. Sin embargo, las autoridades señalan que el esfuerzo institucional choca con la falta de cooperación vecinal. Persisten conductas de indisciplina como el lanzamiento de basura desde los pisos superiores, la rotura intencional de lámparas y el maltrato constante a los ascensores, que han quedado fuera de servicio en varias ocasiones.

La desorganización se agrava porque en el 12 Plantas nunca llegó a constituirse la Junta de Administración establecida en la Resolución No. 4 de 1991, la cual obliga a los residentes a elegir un presidente, un tesorero y un secretario para velar por el funcionamiento y cuidado de las áreas comunes. La ausencia de esta estructura ha generado un vacío de autoridad interna que contribuye al progresivo deterioro.

Más que el paso del tiempo, es el descuido lo que amenaza a esta edificación, donde cientos de espirituanos viven bajo el temor de que los problemas de higiene, los fallos eléctricos o el mal estado de los ascensores deriven en accidentes mayores.

La situación del 12 Plantas no solo evidencia la necesidad de mayor responsabilidad compartida entre instituciones y vecinos, sino que coloca en el centro del debate la seguridad y la calidad de vida de las familias que hoy resisten dentro de sus paredes debilitadas.

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