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La Habana de 'tacita de oro' a urbe en ruinas

Redacción de CubitaNOW ~ domingo 16 de noviembre de 2025

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A propósito del aniversario 506 de la fundación de La Habana, es imposible no recordar la ciudad que alguna vez fue conocida como la “Tacita de Oro” del Caribe. Antes de 1959, La Habana no era solo una capital, sino un símbolo de modernidad, prosperidad y vida cultural en América Latina. Sus calles amplias, avenidas arboladas y bien iluminadas, sus modernos sistemas de transporte y electricidad, y su infraestructura hotelera de clase mundial, colocaban a la ciudad a la vanguardia del continente.

Hoteles como el Nacional, el Riviera, el Capri y el Habana Hilton ofrecían lujo, confort y modernidad, mientras que cabarets y teatros como el Tropicana, el Sans Souci y el Montmartre atraían a artistas de fama internacional, creando una vida nocturna que era envidiada por toda la región.

La Habana Vieja era un orgullo nacional: plazas, iglesias, palacios y casonas perfectamente conservadas formaban un casco histórico vibrante y lleno de vida. Nada estaba en ruinas, nada caído ni abandonado. Cada esquina mostraba historia y cultura, y cada calle un testimonio del arte, la arquitectura y la tradición cubana. En cualquier lugar se alzaba una plaza, los comercios estaban repletos de alimentos a todos los precios, accesibles al bolsillo más humilde.


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El Vedado, una de las barriadas que florecían hasta 1959, reflejaba el progreso de una ciudad que crecía sin freno, con rascacielos modernos, bancos, cines y centros culturales que marcaban a Cuba como un país moderno, cosmopolita y lleno de oportunidades.

La ciudad respiraba arte y prosperidad, con músicos, escritores y cineastas que encontraban en La Habana un escenario ideal para crear y exhibir su talento. La economía, el turismo y la vida intelectual hacían de la ciudad un lugar lleno de optimismo y futuro.

Hoy, décadas después, la situación es desgarradora. La ciudad que brillaba con luz propia se enfrenta al abandono, la miseria y el deterioro constante. Edificios que fueron orgullo arquitectónico hoy se desploman; las calles y avenidas, otrora limpias y bien mantenidas, muestran baches, basura y falta de servicios básicos.


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La vida cultural ha sido reemplazada por propaganda y escasez; teatros y cines languidecen y los hoteles históricos han perdido su esplendor.

La Habana Vieja, otrora joya intacta, ahora es una zona de derrumbes en cadena, y el Vedado, símbolo de modernidad, parece detenido en un tiempo de decadencia y abandono. Lo que fue orgullo nacional y referencia continental hoy lucha por mantenerse en pie entre la ruina y la desidia.

Este aniversario de La Habana nos recuerda la ciudad que fue: una metrópolis vibrante, moderna, elegante y llena de oportunidades, y nos enfrenta al contraste doloroso de su presente, marcado por la podredumbre, la ruina y la indiferencia.

La publicación de La Tijera concluye diciéndonos que La “Tacita de Oro” sigue viva en la memoria de quienes la conocieron y en fotos, libros y relatos que narran su historia; sin embargo, la Habana de hoy es un testimonio de abandono y decadencia que duele contemplar. Honrar su historia es, al mismo tiempo, un llamado a no olvidar lo que se perdió y a valorar la grandeza que alguna vez tuvo esta ciudad única en el Caribe.


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