“La palabra libertad ustedes la tienen prohibida aquí. El que grite libertad va preso.” Con estas palabras, Wilber Aguilar Bravo denunció públicamente la represión que sufre su hijo, Walnier Luis Aguilar Rivera, uno de los jóvenes encarcelados tras las manifestaciones del 11 de julio de 2021 en Cuba.

A través de una transmisión en vivo, Aguilar Bravo dejó constancia del dolor que cargan miles de familias cubanas, pero también de la valentía con la que enfrentan la injusticia.

Walnier fue condenado siendo apenas un muchacho y su caso se ha convertido en un símbolo de la lucha por los derechos humanos en la Isla. La directa de su padre, difundida en redes sociales, logró más de 9 mil visualizaciones en pocas horas, mostrando el impacto que generan estos testimonios en una sociedad marcada por la censura.

“Libertad” es la palabra prohibida en Cuba, pero también la que más fuerte resuena desde las cárceles hasta las calles y las redes.

Las reacciones a la denuncia no se hicieron esperar. Algunos usuarios expresaron solidaridad incondicional con Aguilar Bravo, señalando la valentía de no callar ante la dictadura y la urgencia de liberar a todos los presos políticos.

Comentarios como “Libertad para todos los presos políticos”, “El cubano merece respeto” o “Es un crimen lo que cometen con las familias” reflejan el clamor ciudadano. Otros, en contraste, atacaron al denunciante, acusándolo de oportunismo y deslegitimando su lucha, un discurso que muestra la polarización dentro y fuera de Cuba.

Más allá de las opiniones encontradas, lo que queda claro es que el caso de Walnier Luis Aguilar Rivera no es un hecho aislado. Forma parte de un patrón de represión que busca sofocar la disidencia y acallar las demandas de libertad.

Sin embargo, la persistencia de voces como la de su padre demuestra que, incluso en medio de la censura y la persecución, la verdad encuentra caminos para salir a la luz.

En cada palabra de Wilber Aguilar Bravo resuena no solo el reclamo por su hijo, sino el grito de miles de familias que piden justicia. “El que grite libertad va preso”, dijo. Pero mientras existan padres que no se cansen de repetir esa palabra prohibida, la esperanza de un futuro diferente en Cuba seguirá viva.

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