Sandro Castro bajo fuego: voces oficialistas arremeten por su protagonismo mediático
Redacción de CubitaNOW ~ sábado 5 de julio de 2025

Sandro Castro, nieto del dictador Fidel Castro, vuelve a ocupar titulares, no por alguna declaración política ni por asumir responsabilidades públicas, sino por seguir alimentando su imagen frívola y provocadora en redes sociales. Sin embargo, lo que antes el régimen cubano toleraba en silencio parece haber llegado a su límite: ahora son voces afines al castrismo las que han comenzado a arremeter públicamente contra él.
La crítica más reciente proviene del vocero del oficialismo Ernesto Limia que, a través de un extenso texto en redes sociales, calificó a Sandro como “imbécil” y “rufián”, acusándolo de deshonrar el legado de su abuelo y de utilizar su apellido para alimentar su ego y protagonismo. El detonante parece haber sido una fotografía en la que Sandro posa con la bandera de Estados Unidos al fondo, algo que para los defensores del régimen constituye una afrenta directa a la memoria de Fidel y un acto de alineamiento con los “enemigos históricos” de la revolución.
Este no es el primer ataque público contra Sandro desde dentro de las filas oficialistas. Ya anteriormente el exespía Gerardo Hernández Nordelo, uno de los llamados “Cinco Héroes”, había lanzado críticas veladas al joven, cuestionando sus lujos y actitud. Sin embargo, la embestida actual tiene un tono más severo, con un discurso que intenta desligar completamente al fallecido dictador de cualquier responsabilidad sobre el estilo de vida de su nieto.
El mensaje deja claro que Sandro se ha convertido en una figura molesta para los guardianes del relato oficial. Su constante exposición en redes, ostentando autos de lujo, fiestas y viajes, contrasta abiertamente con la narrativa de sacrificio y modestia que el castrismo intenta proyectar sobre Fidel. La contradicción es insostenible para el aparato ideológico de la revolución, que ahora parece dispuesto a tomar distancia, aunque sea de un Castro.
Lo curioso es que estas críticas no vienen de la disidencia, ni de la prensa independiente, sino desde el mismo núcleo ideológico que por décadas ha sostenido al régimen. En un tono que busca justificar una eventual medida disciplinaria, se llega incluso a insinuar que una acción legal contra Sandro podría convertirse en “celada” mediática internacional, si no se actúa “con apego a la ley”.
El régimen parece enfrentarse a un dilema: por un lado, no puede permitir que un miembro de la familia más simbólica de la revolución se comporte como un influencer banal en tiempos de crisis; por otro, tampoco puede permitir que su arresto alimente narrativas de “revolución que devora a sus hijos”, algo que ya usó la prensa occidental en los años 60.
La actitud de Sandro, por su parte, no muestra señales de moderación. Cada publicación en redes parece más una provocación que una distracción, y sus detractores ―ahora también dentro del castrismo― lo acusan de alimentar su ego con la misma rabia que detestan en sus enemigos políticos.
Sandro Castro ha dejado de ser un “nieto rebelde” para convertirse en un problema de imagen para el régimen que su abuelo fundó. Y la revolución, fiel a su estilo, no perdona la disidencia ni siquiera entre los suyos.