Un nuevo episodio de la crisis energética en Cuba sacudió a la ciudad de Santa Clara, donde un poste de electricidad se incendió tras las chispas de un transformador.

El hecho fue denunciado en redes sociales por el músico y opositor Saúl Manuel, quien compartió imágenes y reflexiones que retratan no solo el deterioro de la infraestructura eléctrica, sino también la desesperanza de un pueblo golpeado por los apagones y la precariedad.

Según relató Saúl Manuel en su publicación, la causa del siniestro estuvo en la sobrecarga del transformador, producto de años de abandono. “La falta de mantenimiento, los mismos cables y equipos desde el año de la bomba, el quita y pon de corriente, todo eso provocó que el transformador echara candela y el poste se prendiera en fuego”, escribió.

El testimonio no solo apunta a un hecho puntual, sino que refleja una problemática que se repite en toda la Isla: la obsolescencia del sistema eléctrico.

Muchos transformadores y redes de distribución datan de varias décadas atrás y nunca han recibido la modernización necesaria para soportar la creciente demanda.

“Los cubanos estamos sin esperanzas”, lamentó el músico, aludiendo a cómo la crisis energética se convierte en símbolo de un país atrapado en la ineficiencia y la falta de soluciones reales. Su denuncia resuena con el sentir de miles de ciudadanos que enfrentan diariamente apagones de varias horas, averías constantes y riesgos de accidentes eléctricos.

El incendio del poste en Santa Clara se suma a una cadena de incidentes similares reportados en distintas provincias, donde la falta de mantenimiento ha generado explosiones de transformadores, incendios en cableados y prolongadas interrupciones del servicio.

Para la población, la electricidad se ha convertido en una lotería: nunca se sabe cuándo habrá luz, ni qué falla estructural podría desencadenar el próximo apagón.

La voz de Saúl Manuel, como la de muchos cubanos, pone en evidencia la precariedad de un sistema eléctrico que arde literalmente frente a la mirada resignada de un país cansado de vivir entre la penumbra y el humo de los transformadores quemados.

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