En la ciudad de Baracoa, provincia de Guantánamo, la desesperación de los vecinos se ha convertido en un grito colectivo que no puede ser ignorado. Según relata el activista Plácido Ferreiro Romero desde Miami Beach, donde observa de cerca la situación de su tierra natal, los ciudadanos están siendo asediados por la policía tras manifestarse pacíficamente en las calles para exigir soluciones a problemas básicos como la falta de agua potable y electricidad.

Los testimonios de los propios residentes reflejan un clima de tensión que ha ido en aumento. “Si se llevan a uno, tendrán que llevarse a todos porque todos salimos a protestar”, asegura uno de los entrevistados, resumiendo el sentimiento de unidad que se respira en la ciudad. Esta declaración evidencia que las manifestaciones no son actos aislados, sino la expresión de un hartazgo acumulado ante años de negligencia en servicios fundamentales.

Vecinos de Baracoa relatan que las fallas en el suministro eléctrico se han vuelto casi cotidianas, sumando días y noches enteras sin luz, lo que agrava la situación en plena ola de calor. A esto se suma la escasez de agua, que obliga a muchas familias a recorrer largas distancias para obtener el líquido esencial para su supervivencia. La combinación de estos problemas ha sido el catalizador que llevó a la comunidad a levantarse en defensa de sus derechos más básicos.

La presencia policial durante las protestas, según Plácido y los entrevistados, ha sido intimidante y excesiva. El acoso a quienes se atreven a alzar la voz ha generado un clima de miedo, pero también de determinación. La unidad entre los vecinos se evidencia en cada declaración: no buscan confrontación, sino justicia y condiciones mínimas para vivir dignamente.

Plácido Ferreiro Romero hace un llamado a la comunidad internacional y a los medios para visibilizar esta situación; insiste en que la realidad de Baracoa no puede ser silenciada: se trata de personas comunes que reclaman derechos fundamentales, y que su lucha por agua y electricidad es también una lucha por la dignidad y la supervivencia.

En un contexto donde la represión y la escasez son moneda corriente, la voz de Baracoa se levanta como símbolo de resistencia. La protesta de sus vecinos no es solo por servicios, sino por justicia, equidad y la urgente necesidad de que sus reclamos sean escuchados y atendidos.

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