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Cubanos relatan el trauma de descubrir la abundancia tras la escasez en la Isla (Video)

Redacción de CubitaNOW ~ domingo 28 de diciembre de 2025

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Una serie de testimonios compartidos en redes sociales ha vuelto a poner en primer plano el profundo impacto psicológico y social que experimentan muchos cubanos al salir del país y enfrentarse, por primera vez, a mercados plenamente abastecidos. Las declaraciones, recopiladas y publicadas por Armando Caos en su perfil de Facebook, reflejan asombro, incredulidad y, en muchos casos, un doloroso contraste con la escasez crónica que marcó sus vidas en Cuba.

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“Yo pensé que era como una mesa, como un adorno para poner las cositas”, relata uno de los cubanos al describir su primera impresión ante una estantería llena de productos. Otro confiesa que nunca había visto “tantas cajas de limones juntas” ni imaginó que el pan pudiera comprarse sin límites: “¿Cuántos panes tocan por persona aquí? Todo lo que tú puedas pagar, te lo puedes llevar”. La frase resume un choque cultural que va más allá del consumo y toca directamente la percepción de lo que significa vivir con normalidad.

Los testimonios mencionan productos cotidianos que en Cuba se consideran lujos o, simplemente, son inexistentes: papel sanitario, papas, aguacates, frutas variadas, carne de res disponible para la población y no solo para el turismo. También se hace referencia a experiencias aparentemente simples, como usar una escalera eléctrica por primera vez, algo que para muchos resulta impensable tras años de carencias estructurales.

Blanca Álvarez, citada en los comentarios, afirmó que “el cubano no sabe que existe vida de seres humanos fuera del país, porque en Cuba no se vive”. Su declaración apunta a una realidad más profunda: generaciones enteras crecieron normalizando la escasez, las colas interminables y el racionamiento extremo, sin referentes reales de cómo funciona la vida cotidiana en otras sociedades.

Raphael Pino, por su parte, aseguró que casi sufre un colapso al entrar a una panadería fuera de Cuba. Explicó que en la isla solo conocía el pan de la bodega, “con cucarachas y mal hecho”, y el llamado pan de barra, cuya calidad —según él— ya ni siquiera se puede comparar. Su testimonio incluye una crítica directa a la degradación de un alimento básico que hoy, incluso, escasea en muchas zonas del país.

Otros relatos recuerdan carencias aún más sensibles, como la falta de almohadillas sanitarias, que obligó a muchas mujeres a utilizar trapos, con graves consecuencias para la higiene y la salud. Estas experiencias, compartidas con crudeza, desmontan el discurso oficial que durante décadas intentó presentar la precariedad como resistencia o virtud.

El propio Armando, dueño de la publicación, fue tajante en su valoración: “Ese trauma tiene un único culpable: Fidel Castro y su revolución”. Su afirmación resume el sentir de muchos cubanos que atribuyen estas privaciones a un modelo político y económico que, a su juicio, anuló las condiciones mínimas para una vida digna.

Las reacciones a la publicación han sido numerosas y emotivas. Para muchos, no se trata solo de contar anécdotas, sino de dejar constancia de un daño profundo: el de descubrir, demasiado tarde, que la escasez no era normal, ni inevitable, sino el resultado de decisiones políticas que marcaron a todo un país.


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