El segundo juicio contra Alejandro Gil Fernández, exministro de Economía y Planificación de Cuba, ha dejado una serie de revelaciones que ponen en evidencia la compleja y tensa dinámica del poder en la Isla.

Según declaraciones de María Victoria Gil, hermana del exministro, el propio Miguel Díaz-Canel habría comparecido como testigo de cargo en el proceso judicial, un hecho que ha causado conmoción en círculos políticos y mediáticos.

El juicio, que se centró en supuestos delitos de malversación, lavado de activos y tráfico de influencias, concluido este domingo, se celebró en un marco de absoluto secretismo, con poca o ninguna información disponible para la ciudadanía cubana. Este segundo evento sigue al primer juicio que se realizó anteriormente, también en noviembre por cargos de espionaje, y parece consolidar a Gil como principal chivo expiatorio de un proceso que involucró a varias figuras de alto rango en la economía y la política del país.

María Victoria Gil describió con asombro y dolor la contradicción que representa la presencia de Díaz-Canel en el juicio. “Testigo de cargo es testigo de la acusación. Yo me pregunto cómo es posible que un amigo, alguien tan cercano, comparezca en contra de mi hermano”, declaró la hermana del exministro. Recordó que Díaz-Canel había sido tutor de la tesis de economía de Gil, lo felicitó en su cumpleaños y en el momento de su destitución, y lo alentó a continuar trabajando por la Revolución.

El proceso judicial ha suscitado críticas sobre la arbitrariedad y selectividad de las acusaciones. Según la versión de la expresentadora, mientras los cargos contra otros altos funcionarios parecen haberse desvanecido, Gil Fernández queda como el único señalado, a pesar de que los beneficios que disfrutó durante su gestión en Londres —como vivienda, automóvil de lujo y membresías exclusivas— estaban relacionados con sus funciones dentro de estructuras estatales y no constituían enriquecimiento personal ilícito.

Entre los posibles desenlaces que preocupan se encuentra la confiscación de su casa en Miramar, una de las zonas más exclusivas de La Habana, decisión que se ha manejado a puertas cerradas y que, según su hermana, sería totalmente arbitraria.

Este juicio no solo refleja la complejidad del sistema judicial cubano, sino también las tensiones internas del poder, donde la lealtad personal y las amistades parecen ceder ante intereses políticos y estrategias de imagen del régimen.

La presencia de Díaz-Canel como testigo de acusación evidencia hasta qué punto la política y la justicia pueden entrelazarse en el contexto cubano actual, generando controversia y cuestionamientos sobre la transparencia y equidad de los procesos judiciales en la Isla.

Fuentes: CubaNet Noticias

Mario Pentón

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