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Las frases que forjaron el poder: consignas del gobierno cubano bajo la lupa (Capítulo II)

Redacción de CubitaNOW ~ martes 23 de septiembre de 2025

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Pocas frases describen con tanta claridad los límites del poder cubano como la pronunciada por Fidel Castro el 30 de junio de 1961, en la Biblioteca Nacional José Martí. Aquel encuentro con escritores y artistas —conocido como “Palabras a los intelectuales”— buscaba disipar tensiones sobre la censura, pero terminó fijando un marco inflexible: “Dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, nada.”

El contexto era decisivo. Apenas dos meses antes había ocurrido la invasión de Playa Girón, y el gobierno aceleraba su viraje hacia el socialismo. La cultura, vital para legitimar el nuevo orden, debía alinearse. El mensaje fue nítido: toda creación era bienvenida mientras reforzara el proyecto revolucionario; cualquier expresión crítica sería vista como enemiga.

Más que un reglamento cultural, la frase se convirtió en principio rector del sistema. Extendió su alcance al periodismo, la academia, la educación, el humor, incluso a la vida cotidiana. Generó una frontera invisible: opinar era posible, pero solo si no ponía en cuestión la esencia del poder.

Durante décadas, “Dentro… contra…” justificó censuras de libros, películas, obras teatrales y canciones. Marcó carreras truncas y exilios forzados de artistas que se negaron a plegarse. También sirvió de coartada para monopolizar los medios y sofocar debates públicos.

El impacto psicológico fue profundo. La sentencia funcionó como advertencia permanente: el espacio legítimo de expresión dependía de la adhesión al discurso oficial. Muchos aprendieron a autocensurarse para conservar trabajo, estudios o residencia en la isla. El precio de traspasar la línea podía ser el descrédito, la vigilancia o la expulsión de instituciones.

A nivel social, la consigna fortaleció la lógica de “conmigo o contra mí”. Homogeneizó el pensamiento, redujo la diversidad de voces y sembró un temor discreto pero persistente: el de ser etiquetado como “contrarrevolucionario”. Así, la creatividad quedó subordinada a la conveniencia política, y el debate intelectual se volvió un campo minado.

Hoy, a más de sesenta años después, la frase sigue citándose en reuniones oficiales o manuales de estudio. Para algunos, es recuerdo de un momento fundacional en que la cultura debía proteger la nación sitiada. Para otros, representa la mordaza que impidió a generaciones dialogar libremente sobre su destino.

Al revisitarla, emerge la pregunta: ¿puede una sociedad florecer cuando su libertad de pensamiento está condicionada por la obediencia? “Dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, nada” no solo fue advertencia para artistas; fue un modelo de control que impregnó toda la vida pública. Y su eco persiste, recordando que los límites impuestos al lenguaje suelen convertirse en límites para imaginar futuros distintos.


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