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Ni Santa Claus ni los Reyes Magos pueden con la realidad cubana - Larisa Camacho

Redacción de CubitaNOW ~ domingo 28 de diciembre de 2025

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"Yo sé muy bien que lo de la carta a Santa no funciona. El correo no sirve, no hay trineos ni señales… bueno, señales hay, pero no son luminosas. En fin, aunque Santa quisiera responderme, se las vería negras para hacerlo. Me río cuando alguien intenta explicarme esto porque, de verdad, quienes la vemos negra somos nosotros. Y no como la negra del tumba’o, que por lo menos tiene ¡azúcar!, aunque camine de lado", así expresa la comunicadora y actriz Larisa Camacho a quien ya no conmueven las historias navideñas.

La Navidad y la llegada de los Reyes Magos conservan su magia en los cuentos y en la imaginación de los niños, pero la realidad golpea con fuerza en Cuba. Mientras los relatos de fantasía circulan libres y los símbolos de abundancia permanecen intactos, la población enfrenta la escasez constante de alimentos y la precariedad de los servicios esenciales. Lo que debería ser un tiempo de ilusión se convierte en un recordatorio de desigualdad y frustración.

La paradoja es evidente: los niños esperan dulces y regalos, historias llenas de oro, incienso y mirra, mientras que las familias luchan por conseguir lo más básico para subsistir. La fantasía sigue viva, pero no puede tapar las carencias diarias. Es un contraste doloroso entre la abundancia que solo existe en los cuentos y la realidad tangible.

En Cuba, la fantasía de la Navidad choca brutalmente con la realidad cotidiana. La carta a Santa ya no es un gesto inocente ni lleno de ilusión: se convierte en una ironía amarga. El correo no funciona, los trineos son inexistentes y las “señales” —si acaso— no son más que reflejos sin utilidad. Incluso si Santa quisiera responder, se toparía con un laberinto imposible de sortear. La risa de algunos apenas cubre el descontento de muchos; la gente ve la situación negra, muy negra, y no hay azúcar ni alegría que endulce la sensación de carencia.

El contraste entre la abundancia simbólica y la carencia real es doloroso. Lo que debería ser un momento de ilusión y esperanza se transforma en un recordatorio de la falta de infraestructura, de recursos y de soluciones efectivas. La escasez no es solo de bienes, sino también de respuestas. Las instituciones que deberían garantizar que la población tenga acceso a lo esencial parecen ausentes, y las promesas se diluyen en discursos vacíos que no se reflejan en la vida diaria.

En este contexto, ni Santa ni los Reyes pueden aliviar la realidad: la escasez, el apagón y la indiferencia se imponen como protagonistas. La posible ilusión infantil se mezcla con la impotencia, y lo que queda es un recordatorio crudo de que, en Cuba, las fechas festivas pierden su brillo frente a la dura vida cotidiana.

Fuente: Larisa Camacho


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