La violencia volvió a teñir de luto al municipio de Trinidad, en la provincia de Sancti Spíritus, tras conocerse el fallecimiento de Erandys Zerquera, un joven de apenas 23 años, víctima de un hecho violento que ha conmocionado a la comunidad.

La información fue dada a conocer inicialmente por la página Nio, Reportando un Crimen, una de las fuentes no oficiales que con más frecuencia documenta sucesos de este tipo en la isla.

Erandys mencionado por algunos testigos también como Erandy, se encontraba de pase, pues cumplía una sanción penal.

Según versiones recopiladas por la plataforma, el joven habría estado implicado en una pelea colectiva, un episodio que rápidamente escaló hasta convertirse en un enfrentamiento de extrema agresividad. Durante el altercado, múltiples personas se agredieron mutuamente y, en ese caos, Erandys recibió heridas graves que poco después resultarían fatales.

Una de las fuentes indica que el agresor se dio a la fuga, aunque otros reportes sugieren que él mismo también habría quedado lesionado. Otra versión señala que los hechos ocurrieron en la conocida zona de La Pastora, un punto frecuentemente mencionado por residentes por la creciente inseguridad.

Erandys deja atrás un hijo pequeño, de dos años, y según informaron personas cercanas, su madre de nombre Milagros se encuentra fuera del país, lo que ha añadido aún más dolor a la tragedia familiar.

Desde tempranas horas de la mañana, vecinos, amigos y allegados compartieron fotografías y mensajes de despedida en redes sociales, expresando indignación, impotencia y tristeza por una muerte que muchos consideran evitable.

Este caso se suma a la preocupante ola de violencia que atraviesa Cuba y que en municipios como Trinidad se ha vuelto cada vez más evidente.

Robos, agresiones, riñas callejeras y homicidios han aumentado en los últimos meses, mientras ciudadanos denuncian la ausencia de acciones públicas eficaces, así como la falta de estadísticas oficiales transparentes sobre criminalidad.

La muerte de Erandys no solo deja un vacío en su familia; también aviva un debate que crece entre los cubanos: la sensación de vivir en un país donde la inseguridad se ha normalizado y donde las instituciones parecen incapaces o desinteresadas en responder con la urgencia que estos hechos demandan.

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