A finales de los años 80, cuando el cine español vivía uno de sus momentos más vibrantes, Antonio Banderas y Pedro Almodóvar ya formaban una dupla capaz de romper moldes dentro y fuera de España. La explosión creativa de la Movida, la irreverencia narrativa y la energía desbordante del cine de Almodóvar encontraron en el joven actor malagueño a un cómplice perfecto.

Todo ese torbellino artístico, cargado de riesgo y descubrimiento, serviría de antesala para una de las anécdotas más pintorescas de su carrera: un viaje a los Premios Oscar que terminó marcando su destino personal.

Banderas recordó aquel episodio en la serie documental Pedro x Javis, estrenada en 2025 por Movistar Plus+. La producción, dirigida por Javier Calvo y Javier Ambrossi, se sumerge en la vida del director manchego, revisando su trayectoria, sus rupturas estéticas, sus obsesiones y, por supuesto, las alianzas que definieron su cine. Entre ellas, la que mantuvo —y sigue manteniendo— con Antonio Banderas ocupa un lugar privilegiado. No solo trabajaron juntos en títulos decisivos como Laberinto de pasiones, Matador o ¡Átame!, sino que su relación se convirtió en uno de los pilares emocionales y creativos de ambas carreras.

En el documental, Banderas relata cómo él y Almodóvar asistieron a los Premios Oscar de 1989, cuando Mujeres al borde de un ataque de nervios competía como Mejor película extranjera. Él estaba, según cuenta, “de resaca”, perdido entre nervios, emoción y agotamiento por la intensa etapa que vivían. En esa mezcla de glamour y desconcierto, su mirada se detuvo en una mujer vestida con un diseño largo cubierto de perlas. Intrigado, le preguntó a Pedro quién era. “Melanie Griffith”, respondió el cineasta. En ese momento, ninguno de los dos podía prever que aquel flechazo visual se convertiría, seis años después, en matrimonio.

La anécdota sirve también para repasar cómo la carrera de Banderas dio un salto internacional. Tras su paso por Mujeres al borde..., el actor comenzó a construir un camino propio en Estados Unidos, convirtiéndose en una figura respetada en Hollywood. Sin embargo, nunca se desligó emocionalmente de Almodóvar: con los años volverían a colaborar en La piel que habito y Dolor y gloria, proyectos que consolidaron una madurez artística compartida y una complicidad intacta.

Hoy, aquella escena en los Oscar no solo provoca risas, sino también nostalgia. Fue una chispa fugaz que cambió su vida. Y como toda buena historia de cine, comenzó por casualidad, entre resaca, nervios y luces de Hollywood.

Fuente: Fotogramas

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