Apenas dos días después de que Cuba reiterara públicamente su política de tolerancia cero frente al narcotráfico, el canciller Bruno Rodríguez utilizó las redes sociales para subrayar el compromiso de la isla con los convenios internacionales y bilaterales, en momentos en que Estados Unidos intensifica su presión contra Venezuela con un despliegue militar en el Caribe.
Rodríguez destacó que Cuba ha suscrito acuerdos de cooperación con varios países, incluido Estados Unidos desde 2016, y aseguró que el país cumple “con firme determinación” sus compromisos multilaterales. Sin embargo, lamentó que Washington haya decidido “poner freno y obstaculizar” los intercambios bilaterales en materia antidrogas, pese a que, según La Habana, Estados Unidos es el principal emisor de estupefacientes hacia la isla.
Altos cargos del Ministerio del Interior (Minint) y de Justicia ratificaron días atrás que Cuba “no es un país productor ni de tránsito de drogas” y mantiene una política de rechazo absoluto a cualquier vínculo con el narcotráfico. El coronel Juan Carlos Poey, jefe del Órgano de Enfrentamiento Especializado Antidrogas del Minint, advirtió que el despliegue militar estadounidense frente a Venezuela representa “una seria amenaza a la seguridad y soberanía” de Cuba.
Poey reveló que las drogas sintéticas son actualmente las más extendidas en la isla y que la mayoría procede de Estados Unidos. Por su parte, el primer coronel Ybey Carballo, jefe del Estado Mayor de las Tropas Guardafronteras, explicó que existe intercambio de información de inteligencia con los servicios homólogos estadounidenses “en tiempo real”, incluyendo posiciones, rumbos y características de embarcaciones sospechosas. No obstante, las autoridades cubanas acusan a Washington de obstaculizar la cooperación, en un contexto marcado por la ofensiva política y militar contra el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela.
Según las autoridades, en lo que va de 2025 se han asegurado más de dos toneladas de droga en Cuba. En 2024, las incautaciones sumaron 1.051 kilos, principalmente cocaína, marihuana, metanfetamina y cannabinoides. Ese mismo año, mil 157 personas fueron sancionadas por delitos vinculados al tráfico de estupefacientes.
El gobierno reconoce un aumento del consumo de drogas en la isla, especialmente las sintéticas entre jóvenes, aunque no ha difundido estadísticas completas sobre la magnitud del fenómeno. El problema se aborda como una cuestión de orden público, con juicios “ejemplarizantes” y condenas de hasta 15 años de prisión por posesión y venta de pequeñas cantidades de droga. El Código Penal cubano contempla sanciones severas: desde 4 hasta 30 años de cárcel, prisión perpetua e incluso la pena de muerte para delitos graves relacionados con el narcotráfico.
La insistencia de Cuba en subrayar su lucha antidrogas coincide con la creciente presión estadounidense sobre Venezuela, donde Washington acusa al presidente Nicolás Maduro de liderar el Cartel de los Soles. El exjefe de inteligencia chavista Hugo “El Pollo” Carvajal, detenido en Estados Unidos por narcotráfico, aseguró recientemente que Maduro, Diosdado Cabello y otros altos funcionarios venezolanos dirigen una red criminal con apoyo de grupos armados y operadores cubanos, plan que según Carvajal fue sugerido por Cuba a Hugo Chávez a mediados de la década de 2000.
La Habana niega rotundamente cualquier vínculo con el narcotráfico y asegura que su política es de “tolerancia cero”. Las autoridades sostienen que las drogas que llegan a la isla proceden principalmente de Estados Unidos y que su papel es de víctima, no de cómplice. Igualmente, consideran que el despliegue militar estadounidense en el Caribe, bajo el argumento de combatir el narcotráfico, constituye una amenaza directa a su soberanía y un pretexto para justificar acciones contra Venezuela.
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