Mientras el sistema de salud de Cuba sigue sumido en la escasez, el deterioro y la presión asistencial creciente, el gobierno insiste en emitir mensajes de calma ante el incremento de enfermedades respiratorias y otros males que afectan a la población.

La prensa oficial, en este caso el periódico Girón, mantiene un tono optimista que desentona con la dura realidad de un servicio sanitario debilitado, donde la ciudadanía carece de medicamentos esenciales, los hospitales están en ruinas y el personal médico opera agotado y disminuido.

En una reciente publicación en Facebook, Girón destacó que en la provincia de Matanzas se mantiene una "vigilancia estricta" sobre el aumento de casos respiratorios. Al respecto, Andrés Lamas Acevedo, director del Centro Provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología, declaró que, si bien se observa un alza en las últimas semanas, "las cifras se mantienen por debajo de la cantidad de casos atendidos en consultas en el año anterior" y la provincia "no se encuentra en epidemia".

A pesar de estas declaraciones, el funcionario admitió que los centros de salud se están "preparando" para un potencial incremento en la demanda de pacientes.

Este intento de proyectar control es recibido con escepticismo por muchos cubanos que denuncian la inoperancia del sistema. En un contexto de colapso estructural y escasez de insumos, la noción de "preparación" se percibe como una contradicción, dada la sobrecarga hospitalaria, los consultorios abandonados y una población que soporta largos periodos de síntomas sin acceso a tratamientos adecuados.

Lamas Acevedo detalló los esfuerzos de vacunación, incluyendo la inmunización con la antigripal para unos 19,000 niños de 6 meses a 6 años, así como adultos mayores de 75 años en centros de atención especializada, priorizando a aquellos con comorbilidades. Aunque el comunicado señala que la vacuna atenúa el riesgo de neumonías severas, no aborda la crucial cuestión de si existe suficiente disponibilidad para cubrir a todos los grupos vulnerables en una provincia marcada por graves problemas de logística y abastecimiento.

Respecto a las arbovirosis, el director aseguró una "notable disminución" en los casos febriles sospechosos, pasando de un pico de 5,240 a solo 266 la semana pasada, cifras que el medio presenta como un triunfo sanitario. También mencionó una reducción en la reactividad al dengue, atribuyendo el descenso a la acción de las autoridades, la comunidad y las condiciones climáticas.

Sin embargo, esta aparente victoria estadística no disimula la precariedad en las comunidades, donde la fumigación es irregular, el equipamiento es insuficiente y los desechos sólidos se acumulan por semanas.

De hecho, Lamas Acevedo reconoció un retroceso en la recogida de basura debido a la falta de combustible, un factor que eleva el riesgo de focos de infección y ya ha causado brotes de Hepatitis A en Matanzas y Jagüey Grande. El directivo advirtió que estos riesgos podrían propiciar una epidemia más extensa.

Finalmente, la nota oficialista elogia el empleo de un "aspersor con efecto residual importante" para el bloqueo de casos febriles. No obstante, omite la realidad de que la capacidad real de fumigación es limitada y que los ciudadanos llevan meses señalando la intermitencia del servicio y la falta de seguimiento en las áreas más vulnerables.

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