La sucursal 8572 del Banco de Crédito y Comercio (Bandec), en Guantánamo, comenzó a implementar una “sala de espera” digital para la extracción de efectivo, un mecanismo inédito en Cuba para un servicio que lleva meses tensionado por la falta de dinero circulante.
El esquema opera mediante la aplicación Ticket, desarrollada por la empresa estatal Xetid. A través de esa plataforma, los usuarios pueden reservar turnos con antelación y recibir avisos tanto dentro de la app como por mensajes de texto. El sistema permite, además, asociar hasta tres personas por cuenta, una alternativa pensada para quienes no disponen de teléfono móvil propio o acceso directo a estos recursos.
De acuerdo con la explicación ofrecida por Bandec, la medida responde a una situación que se había vuelto crítica: filas interminables, personas pasando la noche frente a la sucursal, problemas de salubridad y un mercado ilegal de turnos que llegó a moverse —según se indicó— por cifras de hasta 400 pesos.
En su primera semana de funcionamiento, iniciada el 3 de diciembre, la oficina atendió a alrededor de 150 clientes por la vía digital, con un promedio de 30 diarios. Mientras tanto, 468 personas permanecen actualmente inscritas en la lista de espera virtual. La atención para quienes entran por esta modalidad comienza a partir de las 11:00 de la mañana.
El banco mantiene en paralelo la fila presencial y reparte cada día la disponibilidad de efectivo entre ambos canales, con el argumento de garantizar “inclusión” a quienes todavía no cuentan con teléfonos inteligentes, conectividad o familiaridad con estas herramientas.
Bandec enmarca la iniciativa como una prueba en segunda fase, limitada por ahora a una sola sucursal y a un único servicio. La idea, según lo anunciado, es extender luego el modelo al resto de las oficinas del municipio, después a toda la provincia, e incorporar otros trámites que hoy generan congestión.
Sin embargo, más allá de la mejora organizativa, la puesta en marcha de colas virtuales para sacar efectivo deja a la vista una contradicción central: se introduce tecnología para administrar un recurso que el sistema bancario no logra asegurar. La medida no elimina la escasez de dinero en circulación; en la práctica, ordena su reparto en un escenario donde el efectivo sigue sin alcanzar.
El cambio también vuelve a exponer la fricción entre la política de bancarización promovida por el Estado y la vida cotidiana de los clientes. Mientras se impulsa el uso de cuentas y pagos electrónicos, el acceso al efectivo —todavía imprescindible para muchos— queda condicionado a turnos, cupos y esperas prolongadas.
Aunque se presenta como una opción integradora, el esquema digital abre una dinámica de atención a dos ritmos: quienes tienen смартфon y conexión pueden gestionar la espera desde la aplicación, mientras otros continúan dependiendo de la fila física. Más que resolver el problema de fondo, la digitalización funciona como contención: reduce aglomeraciones visibles y desplaza el malestar, pero no elimina su causa.
En conjunto, la “cola virtual” contribuye a normalizar una anomalía: convertir la extracción de efectivo en un proceso excepcional, regulado y limitado. La tecnología, en este caso, termina operando como un síntoma de un sistema financiero que administra la escasez, en lugar de garantizar un servicio básico.
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