En una Cuba donde la información se ha vuelto un recurso de supervivencia, la Defensa Civil parece vivir aún en el siglo pasado. Sin presencia oficial en Facebook, ni canales verificados en WhatsApp o Telegram —las plataformas que hoy salvan vidas y difunden alertas en segundos—, la población queda atrapada entre rumores y desinformación cada vez que ocurre una crisis: un huracán, un incendio, un derrumbe o un brote sanitario.
El especialista Orestes Rodríguez Alba propone una idea revolucionaria: transformar el viejo modelo de “brigadas de respuesta rápida” —históricamente usadas para reprimir— en verdaderas fuerzas de asistencia ciudadana, apoyadas por un Sistema Integrado de Comunicación y Respuesta Nacional, o lo que podría traducirse en un 911 cubano, moderno y humano.
El sistema funcionaría como una red interconectada entre la Defensa Civil, gobiernos locales y ciudadanía. Centros de llamadas, voluntarios, estudiantes y personal militar podrían responder emergencias en tiempo real, utilizando inteligencia artificial y redes sociales para canalizar ayuda inmediata. No solo atendería desastres naturales, sino también reportes sobre salud, abasto, vivienda y seguridad pública.
“En lugar de perseguir a quien protesta, hay que asistir a quien sufre”, resume Rodríguez Alba. Su propuesta apunta a reconvertir el aparato de control en una infraestructura de auxilio. Los mismos soldados que hoy custodian almacenes o participan en operativos podrían estar distribuyendo agua, alimentos, medicinas o prestando primeros auxilios en zonas afectadas.
Cuba tiene disciplina, estructura y miles de recursos humanos entrenados, pero carece de un puente digital con su pueblo. En un país donde el 95 % de las líneas móviles tiene acceso a internet, según ETECSA, no estar presente en redes sociales es renunciar a la defensa del ciudadano.
Una página verificada de la Defensa Civil en Facebook podría cambiarlo todo: alertas en tiempo real, respuestas oficiales, coordinación comunitaria y confianza institucional. Porque comunicar también es defender.
El autor insiste en que la verdadera defensa civil no se mide por el control, sino por la rapidez del auxilio y la confianza del ciudadano. Transformar las brigadas del miedo en brigadas del auxilio sería un acto de madurez nacional.
¡Cuba no necesita más consignas. Necesita manos, oídos y canales que funcionen!
Defender la vida, no el miedo: ese debería ser el nuevo llamado de la nación.
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