Miles de cubanos deportados por el gobierno de Donald Trump enfrentan hoy un destino incierto en México, sin documentos, sin recursos y sin posibilidad de regresar a Estados Unidos o a su país de origen. La nueva política migratoria estadounidense, más severa y restrictiva, ha dejado a cientos de migrantes en una especie de limbo legal y humanitario en la frontera sur mexicana.
Uno de ellos es Laudel Camacho Ricardo, un ex preso político cubano de 55 años que pasó más de dos décadas en cárceles del régimen de La Habana. Detenido por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) el pasado septiembre, fue expulsado a México sin pasaporte ni dinero. Hoy sobrevive en las calles de Tapachula, Chiapas, ayudado por otros cubanos que también fueron deportados. “Han sido días muy duros, a veces prefería morir. Verme sin nada, en un país ajeno y con hambre, es algo que no olvidaré”, relató.
Camacho formaba parte de los 42.000 cubanos con órdenes de deportación (I-220B) que permanecían en EE. UU. en situación irregular. Aunque La Habana ha aceptado recibir a cerca de mil deportados este año, se niega a readmitir a muchos otros, en especial a quienes tienen antecedentes políticos o no fueron parte de los últimos flujos migratorios. En esos casos, Washington ha optado por enviarlos a México o, en algunos casos, a terceros países de África.
De acuerdo con el Deportation Data Project, entre enero y julio de 2025 al menos 640 cubanos fueron deportados a México, la cifra más alta en una década. En muchos casos, los migrantes son entregados sin documentación, lo que les impide trabajar, alquilar vivienda o acceder a servicios básicos. “Estas políticas dejan a las personas completamente desprotegidas y vulnerables a la extorsión o la trata”, explicó María José Espinosa, directora del Centro para la Participación y la Defensa de los Derechos Humanos en las Américas (CEDA).
Mientras tanto, el gobierno mexicano de Claudia Sheinbaum niega haber firmado acuerdos que lo conviertan en “tercer país seguro”, aunque en la práctica miles de deportados terminan varados allí. Según cifras oficiales, México ha recibido este año más de 6.500 migrantes expulsados por EE. UU., sin precisar nacionalidades.
Expertos en migración afirman que el endurecimiento de la política migratoria marca un retroceso histórico en la relación de Washington con los cubanos. “Durante décadas los cubanos fueron acogidos; hoy muchos viven con miedo a ser arrestados o deportados”, dijo Espinosa. “El país pasó de la protección al castigo”.
En Florida, donde la mayoría de los cubanos votó por Trump, la preocupación crece. Activistas como Thomas Kennedy, de la Coalición de Inmigrantes de Florida, denuncian una “redada constante” bajo programas como el 287(g), que otorga a la policía estatal facultades para detener inmigrantes.
Mientras tanto, en Tapachula, Laudel espera una respuesta de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR), que podría tardar varios meses. “No puedo volver a Cuba, me matarían. Solo quiero trabajar y vivir tranquilo”, dice. Como él, cientos de cubanos permanecen atrapados entre fronteras y políticas que los dejaron sin país y sin rumbo.
(Con información de El País)
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