En un video compartido desde Corralillo, Villa Clara, se observa a pacientes psiquiátricos siendo sacados del hospital para participar en una supuesta “actividad cultural”. Aunque en apariencia se intenta mostrar un gesto de integración y entretenimiento, lo que realmente se pone en evidencia es el estado alarmante de abandono en el que se encuentran estas personas vulnerables.
Las imágenes, difundidas por @magdieljorgecastro, dejan ver con crudeza los cuerpos deteriorados de los pacientes, rostros demacrados, miradas vacías, cuerpos excesivamente delgados y vestimenta descuidada.
La ropa, que en muchos casos cuelga de sus huesos, no logra ocultar la desnutrición ni el evidente descuido físico. A pesar de estar en un evento público, organizado supuestamente para su beneficio, es imposible ignorar que lo que realmente se muestra es una forma más de manipulación: un intento del régimen por maquillar con colores y música la profunda crisis humanitaria en los centros de salud mental.
Este tipo de actividades, más que gestos de inclusión, se convierten en exposiciones humillantes cuando los protagonistas no reciben atención médica ni alimentaria adecuada. Es evidente que detrás de esta iniciativa no hay humanidad, sino propaganda. No hay dignidad en mostrar a enfermos mentales famélicos como parte de un espectáculo.
La delgadez extrema de muchos de los participantes no se puede justificar como una casualidad. Es consecuencia directa del abandono sistemático, de una política sanitaria que margina a los más vulnerables, y de un sistema que antepone la imagen al bienestar. Las autoridades cubanas pueden querer mostrar normalidad, pero cada rostro en ese video grita la verdad: no hay cuidados, no hay respeto, no hay compasión.
La cultura no debe ser excusa para el abuso. Y cuando se utiliza para encubrir el maltrato, se convierte en un acto doblemente cruel. Muchos han sido los comentarios en redes; por ejemplo,
Lourdes M.ha dichio: “Duele ver esto. ¿Cómo es posible que a estas alturas sigan usando a los enfermos para hacer show político?”
Carlos Y.: “Eso no es una actividad cultural, eso es una humillación pública. ¿Dónde están los derechos humanos?”
Mariela G.: “Están en los huesos. Es evidente el abandono. ¿Qué clase de revolución permite esto?”
Alejandro R.: “Utilizar enfermos psiquiátricos como decorado es inhumano. Esta dictadura no tiene límites.”
Yanet P.: “¡Qué tristeza! Mi madre estuvo ingresada ahí hace años y ya era terrible. Ahora es peor.”