Santiago de Cuba vuelve a estremecerse. Un joven de solo 18 años, reclutado para el Servicio Militar Obligatorio (SMO) en la Unidad de Cadetes del Caney, se debate entre la vida y la muerte tras intentar quitarse la vida luego de sufrir presiones y humillaciones dentro de la institución.
Según contó su familia, el muchacho había sido hospitalizado días antes por asma y dengue, pero pese a su delicado estado de salud, fue obligado a reincorporarse al servicio.
“Estaba sangrando por la nariz y lo mandaron para la casa. Pero cuando volvió, los oficiales lo trataron con desprecio, como si fingiera”, relató un familiar que pidió anonimato.
Horas después de aquel encuentro, el joven llegó a su casa en silencio, llorando y poco tiempo más tarde desapareció. Lo hallaron en el hospital, tras haberse empastillado. Hoy está estable, pero con presión alta y una profunda depresión. Antes de caer inconsciente, habría dicho:
“Si me mandan de nuevo a la unidad, no sé lo que pueda pasar.”
La comunidad está consternada. Vecinos denuncian que no es el primer caso. En Santiago, Holguín y Camagüey, varias familias han reportado episodios similares: jóvenes con crisis nerviosas, intentos de suicidio o lesiones autoinfligidas por miedo a los castigos, los abusos físicos y el trato humillante.
En redes, los comentarios no se han hecho esperar: “Mi primo salió del SMO con ataques de pánico. Lo llamaban flojo por no querer disparar.”
“A mi hijo lo despertaban a gritos y lo hacían correr con fiebre. Nadie escucha.”
“Esto no es servir a la patria, es romperle el alma a los jóvenes.”
Diversas organizaciones de derechos humanos han denunciado que el Servicio Militar en Cuba no es más que una herramienta de control y adoctrinamiento, donde miles de adolescentes son obligados a “servir” bajo amenazas y maltratos.
En los últimos años, los casos de reclutas muertos o traumatizados se han vuelto más frecuentes. Algunos recuerdan al joven Elier Sardiñas, quien murió en 2022 en una unidad militar en Guantánamo en circunstancias nunca aclaradas, o al caso de un cadete de Pinar del Río que se disparó con su propio fusil en 2023.
Hoy, la historia se repite con otro muchacho que no pidió morir, solo vivir en paz.
El pueblo pregunta: ¿Hasta cuándo seguiremos perdiendo jóvenes por una guerra que no existe?
Del perfil de Yosmany Mayeta
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