Una escena desgarradora sacudió al Reparto Luz en Holguín, donde el dolor por la pérdida de una anciana se convirtió en protesta abierta contra el abandono de las autoridades. La mujer falleció cerca de la medianoche, pero pasadas más de 15 horas, ninguna funeraria había acudido a recoger el cuerpo, dejando a la familia en una situación de desesperación y humillación.
Los dolientes, entre lágrimas y cansancio, tomaron la decisión de cerrar la calle como acto de denuncia. Frente a vecinos y transeúntes, levantaron la voz con frases de profunda indignación: “Miren la hora que es y aquí no ha venido nadie del gobierno para dar la cara, todo es mentiras y promesas”. La rabia se mezclaba con el dolor, exponiendo el colapso de un sistema que ya ni en la muerte muestra respeto.
El reclamo resonó con más fuerza cuando uno de los familiares expresó: “Si no hay dignidad para los vivos, ¿qué podemos esperar para los muertos?”. Esa sentencia resume la frustración de miles de cubanos que enfrentan cada día la indiferencia estatal, sin servicios básicos, sin soluciones y con promesas incumplidas que no resuelven nada.
La protesta en el barrio se extendió con la solidaridad de vecinos que respaldaron a la familia, señalando que no es un hecho aislado, sino una consecuencia de la precariedad que asfixia a la Isla.
La demora de más de medio día para atender un fallecimiento es, para muchos, un reflejo de cómo el gobierno ha dejado de lado la responsabilidad más elemental con su pueblo.
Lejos de ser un simple incidente logístico, lo ocurrido en Holguín simboliza la decadencia de los servicios funerarios y, sobre todo, la pérdida de sensibilidad hacia el dolor humano. En un país donde la miseria golpea cada rincón, ni siquiera el último adiós cuenta con la dignidad que merece.
Las imágenes y testimonios que circulan en redes sociales han provocado indignación dentro y fuera de Cuba. Este caso expone una vez más cómo la falta de respeto, la desidia y el abandono estatal generan situaciones límite que obligan a los ciudadanos a alzar su voz, incluso en medio de la tragedia familiar.
Fuente: La Tijera
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