En la calle I del reparto Sueño, muy cerca de la iglesia Parroquia San Antonio María Claret, y en el reparto Abel Santa María, Micro 3 (conocido localmente como El Salao) de la ciudad de Santiago de Cuba, las condiciones tras el paso del huracán Huracán Melissa siguen siendo críticas: inundaciones persistentes en el interior de las viviendas, calles anegadas, y una marcada ausencia de lo que se conoce como “fase recuperativa”, es decir, los trabajos exigidos para restablecer servicios básicos, reparar daños estructurales y reubicar familias afectadas.
Residentes de la zona cuentan que “el tiempo no ha mejorado” y que aunque la tormenta ya pasó, sus hogares permanecen en un estado de espera angustiosa.
Muchas casas se encuentran todavía con agua estancada, el fango acumulado, y sin señales concretas de que brigadas de recuperación o asistencia estatal hayan comenzado labores de reparación o limpieza general.
Este escenario subraya una realidad que ya han advertido distintos medios: el oriente de Cuba, golpeado por Melissa, enfrenta un doble problema, no solo el efecto directo del ciclón —como inundaciones, derrumbes y pérdida de techos— sino también la lentitud o inexistencia de la intervención oficial que permita a la ciudadanía entrar en la fase de reconstrucción y normalización.
Vecinos de la calle I del reparto Sueño aseguran que, mientras esperan que se active “algo” que los saque de la emergencia permanente, se sienten abandonados.
Los niños juegan entre aguas residuales y escombros, y las madres intentan improvisar techos con lonas. En El Salao, el agua que no se ha retirado genera nuevas filtraciones en las casas que ya habían sido parcialmente dañadas por el viento y la lluvia.
La falta de electricidad, agua potable, e infraestructura básica agrava el drama.
Algunas viviendas solo pueden acceder al interior sorteando calles inundadas, lo que hace que se retrasen aún más las tareas de limpieza o reparación.
Aun cuando las autoridades han informado que se evacuaron cientos de miles de personas antes del impacto, y que “daños cuantiosos” fueron reconocidos, la comunicación oficial sobre cuándo comenzará la fase de recuperación en barrios como estos sigue ausente.
Para los habitantes de estos repartos en Santiago de Cuba, la preocupación ya no es solo cuándo vendrá la ayuda, sino cuánto más tendrán que permanecer en condiciones precarias sin indicios de que el proceso de recuperación vaya a arrancar pronto.
La espera, en este contexto, se convierte en otro tipo de tormenta: la que amenaza con prolongar el sufrimiento de comunidades vulnerables y olvidadas.
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