La viceprimera ministra cubana Inés María Chapman reconoció públicamente que garantizar el suministro de agua en La Habana “es complicado”, aunque aseguró que el gobierno continúa realizando esfuerzos para enfrentar la crisis que mantiene a más de 200.000 habitantes sin acceso regular a este servicio básico.
Durante una sesión de trabajo junto al director de la Unión Eléctrica (UNE), Alfredo López Valdés, la funcionaria explicó que la principal dificultad radica en la dependencia directa entre el sistema hidráulico y el eléctrico, pues los constantes apagones impiden el funcionamiento continuo de las bombas de agua que abastecen a la capital.
“Es complejo, no es fácil”, afirmó Chapman, al señalar que los acueductos necesitan entre 4 y 24 horas diarias de energía eléctrica para operar con normalidad. En algunos puntos de la ciudad, añadió, ha sido necesario movilizar grupos electrógenos para mantener la distribución, aunque reconoció que la medida es insuficiente y costosa.
El informe presentado indica que La Habana enfrenta un déficit hídrico superior a los 2.000 litros por segundo, lo que mantiene a amplios sectores —especialmente las zonas altas de municipios como Plaza de la Revolución— con cortes prolongados o baja presión, sobre todo en horas de la tarde.
Mientras las autoridades insisten en las dificultades técnicas y estructurales, la población expresa creciente indignación ante la falta de soluciones reales. “Cada vez que escuchamos que ‘es complicado’, nos sentimos como si el gobierno solo buscara excusas. No queremos más palabras, queremos agua”, comentó un vecino de Centro Habana, reflejando el hartazgo de muchos capitalinos que acumulan semanas sin servicio.
Otros ciudadanos son más críticos y apuntan directamente a la ineficiencia estatal como raíz del problema. “Si es tan complicado, lo mejor es que se aparten y dejen que otros gestionen los recursos de forma eficiente”, opinó un residente de La Habana Vieja, convencido de que el modelo centralizado ya no funciona.
El economista cubano Juan Triana Cordoví coincide con esa visión y propone que el régimen abra los sectores de electricidad y agua a la inversión privada, bajo esquemas de alianzas público-privadas. Según el especialista, la participación del capital no estatal permitiría acelerar el financiamiento, diversificar fuentes energéticas y reducir costos operativos.
Triana advierte que seguir apostando por la reparación de equipos obsoletos “solo dilapida recursos” y que el país necesita un cambio estructural que permita integrar tecnología, eficiencia y gestión moderna. Además, subrayó que, pese al discurso oficial sobre las energías renovables, su participación en la matriz cubana sigue siendo mínima.
En tanto, la capital continúa bajo una doble presión: apagones que paralizan las bombas de agua y acueductos deteriorados que no logran sostener el suministro. Y aunque Chapman insiste en la “coordinación” entre instituciones, en las calles de La Habana el reclamo sigue siendo el mismo: agua, no excusas.