El fin de semana televisivo dejó un sabor amargo para dos artistas cubanas con millones de seguidores. Por un lado, Lauren Jauregui, cantante nacida en Miami y orgullosa de su herencia isleña, quedó eliminada en la semana 3 de Dancing with the Stars tras un cha-cha al ritmo de Work From Home que obtuvo apenas 18 puntos. Por el otro, la actriz Yany Prado, conocida por su trabajo en telenovelas y series, se despidió de Top Chef VIP luego de una ajustada prueba de eliminación. Dos desenlaces diferentes que golpearon con la misma fuerza al público latino.
En el caso de Jauregui, su salida ocurrió en una gala de ambiente festivo y coreografías virales, pero terminó con rostros serios en el ballroom. Aunque mostró buena conexión con su compañero profesional y una ejecución sólida, el sistema de puntajes —que combina evaluación técnica y voto del público— fue implacable y la dejó fuera antes de tiempo.
Su reacción, espontánea y sin filtros, resumió su frustración: un “pissed” lanzado al micrófono que muchos interpretaron como una mezcla de enojo y decepción. Para sus fans, especialmente en Miami, donde la siguen desde sus días en Fifth Harmony, fue una despedida prematura. Jauregui había logrado reconectar su pasado pop con un nuevo escenario televisivo, y muchos creían que aún tenía camino por recorrer en la competencia.
Por su parte, Yany Prado enfrentó su aventura culinaria en Top Chef VIP con la misma entrega que lleva a los sets de rodaje. Su paso por el reality fue breve, pero dejó huella: mostró intuición con los sabores, carisma ante cámara y una actitud competitiva sin exageraciones, pese al estrés de los tiempos y el rigor del jurado.
Su eliminación fue ajustada, definida por pequeños detalles: una cocción pasada, un emplatado menos pulido o una interpretación del reto que no terminó de convencer. En redes sociales, la reacción fue inmediata: seguidores pidiendo una segunda oportunidad, colegas que aplaudieron su valentía por salir de la zona de confort y mensajes de apoyo por haber afrontado con profesionalismo un formato tan exigente.
Las salidas de ambas artistas reavivan un debate habitual entre los espectadores latinos: ¿qué pesa más en los realities, el mérito técnico o la popularidad? En Dancing with the Stars, la ecuación es clara: el voto del público puede elevar o hundir una carrera. En Top Chef VIP, aunque la decisión es del jurado, el montaje televisivo y la narrativa personal también moldean percepciones y favoritismos.
Tanto Jauregui como Prado llegaron con capital simbólico propio: una, como voz joven que reivindica su identidad cubano-dominicana; la otra, como actriz que ha conquistado la ficción hispana. Pero ambas comprobaron que el reality show es un lenguaje aparte, donde la popularidad y la historia que se cuenta a cámara pueden ser tan decisivas como el talento.
Aun así, las dos salieron ganando. Jauregui deja el programa con su marca artística reforzada, una nueva audiencia para su música y la satisfacción de haber convertido un éxito de su antigua banda en una coreografía televisiva. Prado, por su parte, añade un registro distinto a su carrera y demuestra que su carisma trasciende la actuación. Si hay repechaje, muchos espectadores ya la esperan de vuelta.