En un país donde un cartón de huevos puede costar más que un almuerzo, ver a alguien cocinando langosta en su casa es poco menos que una rareza. Sin embargo, una joven cubana rompió el molde y dejó a medio TikTok con la boca abierta al mostrar cómo preparó este manjar en su propia cocina.
El video, que acumula cientos de comentarios, muestra a la muchacha limpiando, cortando y cocinando una langosta fresca —sí, una de verdad—, algo que, en el contexto cubano actual, se considera un lujo casi inalcanzable. “Esto fue lo que comí hoy viviendo en Cuba”, escribió en la descripción del clip, dejando claro que se trataba de una excepción más que de una costumbre.
La protagonista explicó que el marisco no lo compró —porque, como ella misma reconoció, “¿quién puede permitirse eso hoy en Cuba?”—, sino que fue un regalo para su esposo en el trabajo. “Por supuesto, mi amor, que esto no se come todos los días porque esto es totalmente un lujo. Tuvimos la suerte y la dicha de que se la regalaron a mi esposo y había que prepararla”, contó entre risas mientras mostraba el proceso de cocción.
La escena refleja con ironía la paradoja cubana: el país está rodeado de mar, pero la langosta sigue siendo un producto prácticamente inaccesible para la mayoría. Su pesca y venta están controladas por el Estado, que destina casi toda la captura a la exportación.
En el video, la joven opta por una receta tradicional: langosta enchilada, preparada con un sofrito de tomate, ajo, cebolla y especias, cocinada lentamente hasta lograr una salsa espesa y sabrosa. El plato, digno de un restaurante costero, lo acompañó con arroz blanco, el clásico infaltable de cualquier mesa cubana.
Las reacciones fueron inmediatas. “Eso es para los turistas, mija”, escribió un usuario. Otro comentó con ironía: “Ni en mis cumpleaños he visto una langosta de cerca”. La mayoría coincidió en que ver una langosta en una casa cubana es casi un acontecimiento nacional.
Aunque el episodio despertó asombro y envidia, también tuvo un lado entrañable: en medio de la escasez y la precariedad cotidiana, la joven convirtió un regalo inesperado en una celebración, recordando que, incluso en tiempos difíciles, los cubanos saben disfrutar y compartir los pequeños momentos de abundancia que la vida les concede.