El presidente argentino Javier Milei logró un triunfo decisivo en las elecciones legislativas, consolidando a su partido, La Libertad Avanza (LLA), como la principal fuerza política del país. Con más del 40% de los votos a nivel nacional, el oficialismo obtuvo una victoria contundente que reconfigura el equilibrio de poder en el Congreso y abre una nueva etapa para su programa de reformas económicas y de desregulación del Estado.
Estas elecciones, las primeras de medio término desde la llegada de Milei a la Casa Rosada, se desarrollaron en un contexto económico complejo, con inflación persistente y ajustes fiscales severos. Pese a ello, el respaldo en las urnas mostró que una parte significativa del electorado argentino mantiene su confianza en las políticas de austeridad y liberalización promovidas por el mandatario.
“Hoy la Argentina ha decidido seguir el camino de la libertad”, afirmó Milei ante miles de seguidores en Buenos Aires, acompañado de su gabinete. “Superamos el punto de quiebre y comienza una nueva etapa en la construcción de un país sin privilegios y sin castas políticas”, añadió, en alusión a uno de sus lemas de campaña.
La Libertad Avanza logró revertir los resultados adversos en la provincia de Buenos Aires —histórico bastión del peronismo— y se impuso en seis de las ocho provincias que renovaban senadores. El oficialismo, que contaba con una representación minoritaria en ambas cámaras, amplía ahora significativamente su presencia legislativa.
Con este avance, Milei se acerca al tercio necesario para bloquear proyectos contrarios a su gestión y fortalecer su poder de veto. Si bien no alcanza la mayoría absoluta, el crecimiento parlamentario le permite negociar desde una posición de fuerza con otros bloques afines, en especial con sectores del PRO y partidos provinciales.
Analistas destacan que la estrategia electoral del Gobierno fue clave en este resultado. El reemplazo de José Luis Espert por Diego Santilli como candidato en Buenos Aires, apenas semanas antes de los comicios, resultó un acierto político. Además, el cambio de tono en la campaña —más enfocado en la empatía con los sectores golpeados por el ajuste— contribuyó a recuperar votos perdidos en las elecciones previas.
El resultado dejó a la oposición peronista en una profunda crisis. La coalición Fuerza Patria, encabezada por el kirchnerismo, apenas superó el 24% de los votos. Su derrota en Buenos Aires simboliza el desplome de un movimiento que dominó la política argentina durante décadas.
Cristina Fernández de Kirchner, inhabilitada por causas de corrupción, había influido directamente en la conformación de las listas, pero el descontento interno entre intendentes y gobernadores debilitó su estructura. Por su parte, Axel Kicillof, gobernador bonaerense, enfrenta crecientes presiones para redefinir el rumbo del peronismo ante un oficialismo fortalecido.
Otras fuerzas, como la coalición Provincias Unidas —que aspiraba a romper la polarización entre Milei y el kirchnerismo—, tampoco lograron resultados significativos. Las derrotas de sus referentes en Córdoba, Santa Fe y Chubut confirmaron que la política argentina sigue dominada por la dinámica bipartidista.
El presidente Milei llega a esta victoria con el respaldo político del presidente estadounidense Donald Trump, quien recientemente lo recibió en Washington. Durante el encuentro, Trump elogió la gestión económica del argentino y anunció una línea de crédito de 20.000 millones de dólares, además de otros 20.000 millones comprometidos por bancos privados, para fortalecer las reservas del Banco Central y estabilizar el tipo de cambio.
El apoyo de la Casa Blanca no solo refuerza la posición de Milei en el ámbito económico, sino también en el geopolítico. Trump ha insistido en su interés por fortalecer la alianza con gobiernos aliados de Estados Unidos en la región, en contraposición a la influencia de China.
Este respaldo se reflejó en los mercados financieros: tras conocerse los resultados electorales, las acciones argentinas subieron más del 17% en Wall Street, y el riesgo país registró una leve caída. Inversores internacionales celebraron la victoria del oficialismo, interpretándola como una garantía de estabilidad y continuidad en las políticas de ajuste.
Con una bancada más fuerte y un respaldo popular renovado, Milei encara una segunda etapa de gobierno con margen para acelerar sus reformas. Sin embargo, los desafíos internos siguen siendo significativos. La inflación aún supera el 60% anual, el desempleo ronda el 10% y la pobreza afecta a casi el 40% de la población.
El mandatario ha prometido continuar con la “motosierra” del gasto público, reducir la estructura estatal y avanzar hacia una economía más abierta y competitiva. Pero, para lograrlo, deberá combinar su discurso rupturista con la capacidad de diálogo político que le permita aprobar leyes clave sin paralizar el Congreso.
Mientras tanto, la oposición busca recomponerse, aunque sin liderazgos claros ni una narrativa alternativa convincente. En este nuevo escenario, Javier Milei emerge como el político más influyente de Argentina, con poder reforzado en el Congreso, respaldo internacional y una base social que, pese al sacrificio económico, continúa apostando por su promesa de “refundar la República”.
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