Mientras el cubano de a pie lucha por conseguir pan, luz y medicinas, Lis Cuesta –esposa del mandatario designado Miguel Díaz-Canel– disfruta de visitas protocolares, espectáculos culturales y atenciones diplomáticas como si fuese parte de una realeza tropical.
En su más reciente parada en Hanoi, Vietnam, la prensa local no escatimó en tratarla como “primera dama de Cuba”, dedicándole espacio en titulares y reportajes. Asistió a un espectáculo tradicional de títeres acuáticos y visitó el Templo Ngoc Son junto a la esposa del secretario general del Partido Comunista vietnamita.
Pero mientras en Vietnam se le rinde homenaje, en la prensa cubana oficial su gira apenas existe. Silencio absoluto. Ni una nota, ni una foto, ni una línea. ¿Por qué tanto misterio? ¿Es esta omisión simple descuido editorial o un silencio deliberado para no incomodar a una población que ya no tolera el circo de privilegios?
Lis Cuesta no ostenta cargo oficial alguno, no fue electa por nadie, no representa más que el nepotismo mal disimulado del poder. Sin embargo, vive y se mueve como si fuera figura de Estado, ocupando titulares internacionales que contrastan con la miseria nacional.
Viaja, posa, sonríe. Mientras tanto, el pueblo cubano sufre cortes de electricidad, escasez de alimentos y una inflación que devora salarios. ¿Qué clase de “primera dama” representa a un pueblo que apenas la conoce más allá de sus fotos filtradas y sus tuits desafortunados?
Este doble juego –figura pública en el extranjero, fantasma oficial dentro de Cuba– es más que una contradicción; es una burla. La Cuba de hoy no tiene espacio para damas de lujo ni para espectáculos teatrales pagados por el pueblo.
Y si el régimen cree que puede esconder estos desplantes tras un apagón mediático, subestima el alcance de la indignación popular.
La visita de Lis Cuesta en Vietnam es otro capítulo del descaro de una élite que se da la gran vida mientras su pueblo resiste. Y lo más triste es que ni siquiera se molestan en justificarlo. Porque cuando todo es abuso, ya ni la vergüenza aparece.
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