El Padre Alberto Reyes Pías, habitual presencia en Cubitanow, habla con claridad cuando pone sobre la mesa una verdad incómoda: "el cambio social no vendrá de quienes hoy gobiernan. Y no es por falta de capacidad, sino porque no tienen razones reales para querer ese cambio.
"Viven en un mundo diferente, donde el calor no ahoga, el apagón no estresa, el hambre no aprieta y la desesperanza no tiene rostro. Sus vidas están alejadas de la realidad común y esa distancia los incapacita para comprender el sufrimiento que nosotros sí conocemos de cerca. No es cuestión de maldad personal, sino de indiferencia estructural.
"Cuando la comodidad se convierte en norma, el dolor ajeno se vuelve un ruido de fondo. No se trata solamente de políticos corruptos o de burócratas insensibles; se trata de una mentalidad que ha aprendido a ver a la gente como números o como instrumentos.
"Para muchos de ellos, el pueblo no es un sujeto con derechos y dignidad, sino un argumento útil que se invoca cuando hace falta justificar lo que se hace o se deja de hacer. Por eso, esperar de ellos una transformación auténtica es como esperar que un árbol dé frutos distintos sin haber tocado su raíz.
"La raíz del problema está en una estructura de poder que se ha blindado contra el sufrimiento humano. Se ha levantado un sistema en el que decir la verdad molesta, incomoda y hasta pone en peligro. Mientras tanto, el pueblo sobrevive entre el miedo y la resignación. ´Nos enseñaron a callar con la sonrisa, a agradecer con la rodilla doblada, a aplaudir mientras se nos escapa la vida´
" Así se perpetúa una lógica de esclavitud disfrazada de civismo. Y así, el alma colectiva va muriendo un poco más cada día.
"Lo más grave, tal vez, es cuando la fe desaparece de la ecuación. Porque sin Dios, no hay mirada fraterna. Cuando el poder no se reconoce como servicio, sino como privilegio, entonces los demás dejan de importar. Sin un corazón convertido, el poderoso no se siente responsable ante nadie y su conciencia se adormece entre aplausos falsos y silencios impuestos. Si el pueblo no reacciona, si no despierta de esa anestesia profunda, entonces el futuro será apenas una repetición interminable de la opresión presente"
El Padre Alberto no tiene todas las respuestas, pero sí hace la pregunta correcta: "¿cómo podemos romper el círculo del miedo y de la sumisión? Tal vez la primera respuesta sea esta: pensar con claridad, hablar con valentía y dejar de esperar el cambio desde arriba. ´Nada cambiará si no cambiamos nosotros primero´
" Porque el verdadero poder de transformar comienza cuando el pueblo deja de ser una excusa y se convierte en protagonista"
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