El reciente paro universitario protagonizado por estudiantes cubanos ha despertado un inusual respaldo dentro y fuera de la isla, convirtiéndose en símbolo de resistencia cívica ante el control del régimen sobre la conectividad. La activista Rosa María Payá, fundadora de la plataforma Cuba Decide, expresó su apoyo a los jóvenes, a quienes calificó como "la voz de un país que ya no quiere vivir en silencio".
Desde principios de mes, alumnos de la Universidad de La Habana y de otras casas de estudio han mantenido una protesta sostenida en rechazo al aumento de las tarifas de internet impuestas por ETECSA, el monopolio estatal de telecomunicaciones. El alza —que incluye planes dolarizados y paquetes en pesos cubanos inalcanzables para la mayoría— ha encendido la indignación en una nación donde el salario medio ronda los 5.700 CUP (menos de 20 dólares).
"En un país donde se gana menos de 15 dólares al mes, más que un problema comercial, esto es una crisis social y política", afirmaron estudiantes en una reunión con directivos de ETECSA, según se evidenció en videos que circularon en redes sociales.
Las nuevas tarifas incluyen un plan básico de 6GB por 360 CUP, pero el verdadero costo emerge al intentar mantenerse conectado: 3GB adicionales cuestan 3.360 CUP y otros 15GB ascienden a 11.760 CUP. En dólares, los planes oscilan entre 10 y 35 USD, precios impagables para gran parte de la población.
En este contexto, Payá envió un mensaje directo: “Ustedes, los estudiantes cubanos, han dejado claro que no van a heredar el silencio. Defender el acceso libre a internet y a la información es defender el futuro de todo el país”. La activista también llamó a las autoridades universitarias a ponerse del lado de los jóvenes y no del aparato represivo: “Paren ya. O mejor aún, súmense a este reclamo legítimo”.
El movimiento ha recibido muestras de apoyo incluso desde sectores tradicionalmente silenciados. Varios comunicados de filiales de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) han sido censurados por las propias instituciones, lo que refleja el temor del régimen ante un nuevo foco de protesta interna. En uno de los textos, firmado por estudiantes de la Facultad de Tecnología de la Salud (FATESA), se denunció la desconexión entre las decisiones oficiales y las necesidades reales del estudiantado.
La respuesta del gobierno, lejos de calmar los ánimos, ha sido tibia. A través del programa Mesa Redonda, intentaron justificar los aumentos, pero no ofrecieron soluciones reales. La censura de las declaraciones estudiantiles y el silencio institucional refuerzan la idea de que el régimen sigue temiendo a cualquier manifestación de pensamiento crítico.
“Los estudiantes están abriendo un camino que otros seguirán”, concluyó Payá. Su llamado, tanto a la juventud como a la ciudadanía, es claro: defender derechos básicos como el acceso a internet es también un acto de liberación frente a un sistema que busca perpetuar la ignorancia y el control.
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