A los 16 años, Pepe Ávalo, hoy sargento del Ejército de Estados Unidos, fue parte de lo que él mismo llama “uno de los tantos experimentos fallidos de la dictadura cubana”: el programa de maestros emergentes.
En un video que se ha hecho viral en redes sociales, el joven narra cómo pasó de ser un adolescente frente a un aula de segundo grado a lucir con orgullo el uniforme militar estadounidense.
“Mucho antes de usar este uniforme, fui maestro emergente en Cuba”, comienza diciendo en su video publicado en TikTok. En 2007, fue asignado como maestro de una clase de 25 niños, tras apenas seis meses de una capacitación acelerada y sin la tutoría adecuada. Como él mismo reconoce, su formación pedagógica era mínima y su motivación principal fue evitar el servicio militar obligatorio y asegurar una plaza universitaria sin pruebas de ingreso.
La reacción de los padres al ver a un adolescente enseñar a sus hijos no se hizo esperar. “La cara de asombro y de incertidumbre” era común, recuerda. Su salario: apenas 425 pesos cubanos al mes, unos 17 dólares al cambio de entonces. Para muchos como él, no fue una vocación, sino una salida desesperada en medio de un sistema educativo colapsado.
El testimonio de Ávalo ha tocado una fibra sensible entre los cubanos, tanto dentro como fuera de la Isla. Numerosos comentarios en redes sociales comparten vivencias similares: jóvenes sin preparación pedagógica al frente de aulas, padres frustrados y estudiantes desorientados. La figura del maestro emergente, creada en el marco de la llamada “Batalla de Ideas”, se convirtió en símbolo del deterioro educativo que vivió Cuba en esas décadas.
En sus palabras finales, Avalo no solo hace una crítica directa al sistema, sino también una confesión sincera: “Quiero pedir disculpas a todos los que fueron mis alumnos. Sé que cometí errores, aunque me encantó verlos crecer”.
Días antes de publicar su testimonio, Pepe fue ascendido a sargento en el Army. Desde EE.UU., su historia sigue resonando como reflejo del trauma compartido por muchos cubanos que vivieron la educación desde el experimento y no desde la vocación.
Su paso de maestro emergente a militar es, quizás, la mejor metáfora del cambio radical que muchos cubanos buscan al dejar atrás un sistema que les falló desde la infancia.
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