El niño identificado como Lían, quien “estaba por cumplir dos años”, según confirmaron sus vecinos, falleció tras varios días en estado crítico luego de haber sido arrojado desde un segundo piso en Nueva Gerona, Isla de la Juventud.
La noticia fue confirmada por el activista Saúl Manuel, quien había seguido de cerca el caso y expresó públicamente su pésame a la familia, acompañando los mensajes de condolencia que inundaron las redes sociales. La muerte del pequeño pone fin a una historia que había conmovido profundamente a la comunidad pinera y movilizado cadenas de oración en toda la Isla.
El hecho ocurrió la tarde-noche del 29 de septiembre, en la calle 35 entre 26 y 28, en la capital pinera. De acuerdo con los primeros reportes, el menor fue lanzado desde un balcón por una persona con trastornos psicológicos cercana al entorno familiar. Tras el impacto, fue trasladado al Hospital Héroes del Baire, donde permaneció ingresado en terapia intensiva.
A las 72 horas, el niño desarrolló una inflamación cerebral que obligó a una intervención quirúrgica. Pese a los esfuerzos médicos, quedó con ventilación mecánica y en estado grave hasta su fallecimiento, según informaron allegados y medios independientes como Cuballama Noticias.
El abuelo del menor, Carlos Ramón Casasayas Calafell, fue uno de los primeros en alertar sobre lo sucedido y en pedir apoyo ciudadano. Su testimonio —junto al de decenas de vecinos— generó una ola de solidaridad, pero también abrió interrogantes sobre la falta de control y asistencia a personas con padecimientos psiquiátricos.
La comunidad ha cuestionado cómo alguien en crisis pudo tener acceso al niño y qué tipo de acompañamiento real reciben las familias que conviven con pacientes con trastornos mentales severos, especialmente en un contexto marcado por la escasez de psicofármacos y la falta de atención médica especializada.
El fallecimiento de Lían reaviva un reclamo doble. Por un lado, justicia y esclarecimiento: determinar responsabilidades penales y sanitarias, y garantizar transparencia sobre el manejo del presunto agresor. Por otro, prevención: asegurar el suministro de medicamentos esenciales, establecer protocolos de emergencia ante descompensaciones y fortalecer los recursos comunitarios para proteger a los más vulnerables, en especial a los niños.
La tragedia de Lían ha dejado una herida profunda en Nueva Gerona y se ha convertido en símbolo del colapso del sistema de salud mental cubano, donde la desatención y la falta de recursos pueden tener consecuencias irreparables.
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