El ministro de Relaciones Exteriores de Cuba Bruno Rodríguez Parrilla protagonizó un incómodo episodio durante el debate anual en la Asamblea General de la ONU sobre el embargo estadounidense a la Isla.
Mientras el embajador de Estados Unidos Mike Waltz exponía su postura en contra de la resolución presentada por La Habana, el canciller cubano lo interrumpió abruptamente, acusándolo de mentir y de utilizar un tono “grosero y prepotente”.
La escena reflejó la tensión que caracteriza desde hace décadas las relaciones entre ambos países. Rodríguez, visiblemente alterado, pidió la palabra para arremeter contra el diplomático norteamericano, alegando que “se expresa con una incultura, rudeza y grosería que no se admite en este democrático recinto”. Sin embargo, la intervención del canciller fue vista por muchos delegados como un intento desesperado por desviar la atención ante los contundentes argumentos del representante estadounidense.
Waltz retomó su discurso y respondió con firmeza. Señaló que el régimen cubano repite cada año “la misma farsa”, intentando culpar al llamado “bloqueo” de todos los males que sufre el pueblo, cuando en realidad —dijo— “los cubanos padecen las consecuencias de un sistema corrupto y fracasado”.
Recordó además que Estados Unidos es uno de los principales proveedores de alimentos y medicinas hacia la Isla, con exportaciones superiores a los 585 millones de dólares en 2024. “¿Cómo puede llamarse eso un bloqueo?”, cuestionó el embajador, subrayando que Cuba comercia libremente con decenas de países.
El diplomático estadounidense también criticó las alianzas del régimen con gobiernos autoritarios y denunció la represión interna, el éxodo masivo de más de dos millones de cubanos y la inversión en hoteles de lujo mientras la población pasa hambre.
Según fuentes diplomáticas, aunque Cuba volvió a obtener apoyo mayoritario en la votación simbólica contra el embargo, el respaldo internacional a La Habana se erosiona progresivamente, especialmente entre naciones latinoamericanas que cuestionan su apoyo a Rusia y su falta de libertades.
El episodio en la ONU dejó en evidencia la pérdida de credibilidad del gobierno cubano. Bruno Rodríguez, en lugar de defender con argumentos, optó por la descalificación. Su reacción, lejos de fortalecer la imagen de Cuba, la expuso como un régimen que no tolera la verdad ni el debate.
Perfil: Edmundo Dantés Junior
Periódico Cubano
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