Un incendio en el reparto Agüero de Santiago de Cuba redujo a cenizas una humilde vivienda y dejó a una familia entera sin techo, sin alimentos y sin la atención de las autoridades. La tragedia ocurrió en la calle D, entre 5 y 6, y desde entonces los sobrevivientes permanecen a la intemperie, rodeados de basura y ruinas, según denunció el periodista independiente Yosmany Mayeta Labrada.
Vecinos de la zona relataron que los moradores de la casa —una anciana y sus hijos, algunos con trastornos mentales— solían recoger desperdicios en la ciudad para almacenarlos dentro del inmueble, lo que habría creado las condiciones para que el fuego se propagara rápidamente.
“La casa era una bomba de tiempo”, confesó un residente, señalando que la falta de limpieza y el calor extremo actuaron como detonantes.
Hoy, lo poco que se salvó del incendio está amontonado en portales ajenos. La anciana, desorientada y débil, duerme sobre un cartón mientras los vecinos intentan ofrecerle agua y algo de comida. Frente al hogar calcinado aún permanece un contenedor de basura y dentro del terreno los restos del incendio, convertidos en un foco de insalubridad que amenaza a toda la cuadra.
“Es una vergüenza que una señora mayor esté durmiendo en la calle y nadie del gobierno se acerque”, denunció una vecina en redes sociales. “¿Dónde están los trabajadores sociales, la Federación, el delegado?”, añadió.
La indignación se multiplica entre los habitantes del barrio, cansados de ver cómo las tragedias se acumulan sin respuestas oficiales.
Santiago de Cuba atraviesa una etapa crítica: incendios provocados por la acumulación de desechos, apagones constantes y falta de agua agravan las condiciones de vida en una ciudad marcada por el abandono institucional.
Hace apenas unas semanas, un incendio similar arrasó otra vivienda en el mismo municipio y, poco después, una moto eléctrica explotó en plena vía pública.
La historia de esta familia es apenas un reflejo del deterioro generalizado que sufre el país. En Cuba, más de 800,000 viviendas están en mal o regular estado, miles de familias viven sobre pisos de tierra y los refugios improvisados crecen cada día.
La tragedia del reparto Agüero no es un hecho aislado: es el rostro humano de una crisis que arde en silencio bajo las llamas de la indiferencia.
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