Un hombre que durante varios días había mantenido en vilo a productores del municipio El Salvador, en Guantánamo, fue finalmente capturado por la policía tras dedicarse a robar productos agropecuarios y comercializarlos en la zona sur, conocida como “7 Oeste”.
Según reportes del perfil oficialista Guantánamo y su Verdad, el delincuente operaba con notable confianza y audacia, lo que sugiere que los campesinos afectados sufrían pérdidas significativas. Aunque el medio no especifica la magnitud exacta de los daños ni detalla la identidad del detenido, se desprende de las descripciones que sus acciones eran sistemáticas y que el impacto económico y emocional sobre los productores fue considerable.
Durante su racha delictiva, el hombre se desplazaba entre los campos de cultivo sin pedir permiso, apropiándose de productos frescos y vendiéndolos en la zona sur de manera abierta. El perfil oficialista relata que su historial incluía varias escapadas “dignas de comedia”, lo que evidencia una capacidad para operar con impunidad que mantuvo en alerta a los campesinos y generó un clima de inseguridad en la región.
Finalmente, las autoridades lograron atraparlo “in fraganti”, cuando regresaba a continuar su serie de robos. En el momento de la detención, el hombre portaba parte del producto robado y dinero en efectivo, prueba de que no solo actuaba de manera constante, sino que también había convertido el hurto agrícola en un negocio lucrativo. La policía aseguró que ahora el delincuente permanecerá bajo custodia, recibiendo lo que el medio describe como unas “vacaciones forzadas” gracias a sus habilidades de “cultivador ilegal”.
El caso refleja un problema recurrente en zonas rurales de Cuba, donde la falta de vigilancia constante y los recursos limitados permiten que individuos operen con audacia, afectando la producción local y la economía de los pequeños campesinos. Aunque no se reportan cifras exactas, se puede inferir que el robo de insumos y productos esenciales representa un golpe directo a la subsistencia de quienes dependen de la agricultura para vivir.
Además, la descripción de los robos como hechos “sin permiso” y con total confianza sugiere que la víctima del delito, en este caso la comunidad agrícola, sufría no solo pérdidas materiales, sino también un impacto en su sensación de seguridad y tranquilidad. La reiteración de estos hechos, en muchas ocasiones, puede desincentivar la producción y generar desconfianza en la zona, afectando la dinámica económica local.
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