En Cuba, ya nada sorprende, ni siquiera quedarse a oscuras. Pero el escritor y humorista Cesáreo Navas ha decidido darle una vuelta creativa al drama cotidiano de los apagones. Su propuesta, que circula en redes, ha generado carcajadas, debates y también mucha reflexión: dejar de llamarles apagones para rebautizarlos como “alumbrones”.
La idea parte de una verdad que todos conocen: lo normal en la Isla es no tener luz. Lo extraordinario, lo raro, casi un “lujo”, es cuando se encienden las bombillas y la televisión logra transmitir completo un programa sin cortes. Y ahí es donde entra la ironía: si lo anormal es tener electricidad, ¿por qué no nombrarlo así?
Navas explica que sería más “realista” informar en los noticieros y emisoras sobre los horarios de los alumbrones, en lugar de anunciar apagones. Ejemplo: “Amigos televidentes, hoy el Circuito 3 tendrá la dicha de disfrutar del Noticiero Estelar completo y parte de la novela. Después de eso, se acaba el alumbrón y toca salir a la acera a coger fresco”.
La propuesta, aunque cómica, retrata el desgaste de una sociedad que sobrevive entre velas, abanicos manuales y neveras vacías. Cambiar la palabra no cambia la realidad, pero sí evidencia con sarcasmo el colapso de un sistema eléctrico incapaz de garantizar un servicio estable en pleno siglo XXI.
El ingenio criollo, tan característico, convierte la tragedia en burla: si ya no se puede esperar estabilidad, al menos se arranca una sonrisa amarga. En el imaginario popular, no es difícil imaginar a los locutores anunciando con tono triunfal: “Hoy el Circuito 4 tendrá 10 minutos de novela y un fragmento de ‘Sin Filo’, gracias al alumbrón de la jornada”.
Las redes reaccionaron con comentarios como: “Al final, Cesáreo tiene razón: aquí lo raro es la luz, no la oscuridad.”
“Nos quieren cambiar el lenguaje para que aceptemos la desgracia como normalidad, Alumbrones o apagones, el sufrimiento sigue siendo el mismo.”
La propuesta de Navas no busca maquillar la crisis, sino desnudarla con ironía. Porque en Cuba, incluso el idioma se ha tenido que adaptar a la escasez.
Al final, queda una verdad indiscutible: en la Isla, lo que debería ser cotidiano —la luz—, hoy es la verdadera noticia.
Del perfil de Cesario Navas
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