El ejército francés detuvo al capitán y al segundo oficial de un petrolero ruso sospechoso de estar vinculado a la reciente incursión de drones sobre Dinamarca, intensificando las tensiones entre Moscú y la Unión Europea. La operación tuvo lugar frente a Saint-Nazaire, en aguas de jurisdicción francesa, donde la nave fue inspeccionada por comandos armados y militares encapuchados.
El buque, de 244 metros de eslora y parte de la llamada flota fantasma rusa, había sido sancionado por la UE en febrero de este año. La justicia francesa abrió una investigación por la posible implicación del petrolero, conocido como Boracay, en los vuelos de drones detectados el 22 de septiembre sobre el aeropuerto de Copenhague, que obligaron a paralizar el tráfico aéreo durante más de cuatro horas.
El presidente francés, Emmanuel Macron, calificó las faltas de la tripulación como “muy graves” y justificó la judicialización del caso, aunque evitó afirmar de manera definitiva un vínculo directo entre el buque y el incidente. La operación se enmarca en la lucha de Francia contra la flota fantasma rusa, compuesta por barcos que navegan bajo pabellones extranjeros para evadir sanciones occidentales sobre el petróleo ruso. Estos buques suelen ser antiguos, en mal estado, con cambios frecuentes de nombre y sin seguro, dificultando su rastreo mediante AIS (sistema de señal GPS).
El Boracay, construido en 2007 y también conocido como Pushpa o Kiwala, zarpó el 20 de septiembre del puerto ruso de Primorsk rumbo a India, donde se encuentra una refinería propiedad parcial de Rosneft. A pocas millas náuticas del lugar donde sobrevolaron los drones, la nave se encontraba oficialmente en tránsito, aunque luego se desvió y fondeó frente a Saint-Nazaire, lo que despertó sospechas de las autoridades francesas.
Según el sitio especializado The Maritime Executive, el petrolero y otros buques podrían haber sido utilizados como plataformas de lanzamiento o señuelos para los drones, que sobrevolaron pistas e instalaciones del aeropuerto de Copenhague antes de desaparecer en el Báltico.
La fiscalía de Brest detalló que la investigación también incluye la “falta de justificación de la nacionalidad del buque/pabellón” y la “negativa a obedecer” órdenes de las autoridades francesas. La detención de los tripulantes marca un aumento en la presión de la UE sobre Moscú y sus maniobras marítimas, en un contexto de sanciones y vigilancia intensificada sobre la flota rusa en aguas internacionales y europeas.
El incidente evidencia la complejidad de las operaciones de la flota fantasma, cuya presencia en el mar Báltico y el canal de la Mancha ya había sido monitoreada por medios y autoridades marítimas, incluyendo datos de Vesselfinder. La investigación francesa continúa abierta mientras se determina el alcance de la participación del buque en el episodio de drones que afectó la seguridad aérea danesa.