En una nación reconocida por su desarrollo humano, estándares éticos elevados y políticas progresistas como Dinamarca, sorprende que una institución pública haya generado una ola de indignación internacional.
El zoológico de Aalborg, ubicado en una ciudad de poco más de cien mil habitantes, ha solicitado abiertamente la donación de mascotas vivas —como conejos, gallinas, cobayas e incluso caballos— para alimentar a sus tigres, leones y linces.
La práctica, que aseguran llevar a cabo desde hace años, ha sido justificada como un intento por ofrecer “alimento natural” y reproducir una cadena alimenticia lo más realista posible.
"La polémica se encendió no solo por la solicitud en sí, sino por los detalles explícitos con los que se describen los métodos de sacrificio: pistolas de pernos, tracción de cuello y golpes en el cráneo. A pesar de alegar que todo se realiza bajo supervisión veterinaria y conforme a la legislación europea, muchas voces en redes sociales consideran que se ha cruzado una frontera moral difícil de justificar."
El comunicado del zoo especifica que los caballos deben cumplir requisitos estrictos, como estar sanos, tener menos de 147 cm de altura y un pasaporte equino válido. También aclara que se permite un máximo de cuatro donaciones por persona, y que los donantes pueden beneficiarse de deducciones fiscales, lo que ha intensificado aún más la controversia.
"Las críticas no se han hecho esperar: ‘¿Qué sigue? ¿Ofrecer descuentos por deshacerse de una mascota que ya no quieres?’ ironizó un usuario en Facebook. ‘Un país es tan ético como el trato que da a sus animales’, escribió otro."
La dirección del zoológico sostiene que esta práctica busca respetar la biología de los depredadores y que muchos de los animales ofrecidos ya debían ser sacrificados. Sin embargo, el nivel de detalle con el que explican los procedimientos, incluso describiendo los movimientos post-mortem como “fisiológicamente naturales”, ha generado más repulsión que comprensión.
En un país donde se presume una avanzada conciencia ecológica y sensibilidad social, la controversia ha dejado una profunda pregunta: ¿cómo es posible que con tanto desarrollo convivan prácticas que, para muchos, rayan en la crueldad institucionalizada? La respuesta sigue dividiendo opiniones, mientras el zoológico de Aalborg enfrenta una tormenta de críticas internacionales que no parece disminuir.
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